Por Diego Mendoza | Pablo Hernández
El inicio de la primavera del 2020 en Nayarit se opacó por la sombra de un gigantesco monstruo proveniente del hemisferio oriental que vendría a cambiar la vida tal y como la conocíamos.
El 20 de marzo, los nayaritas se preparaban para el tradicional puente vacacional por el natalicio de Benito Juárez, sin embargo, el mensaje del entonces Gobernador Antonio Echevarría García cambió los planes de la ciudadanía.
“Lamentablemente, hace unos momentos el Secretario de Salud me ha notificado el primer caso confirmado de COVID-19 en Tepic… llamamos a la población a extremar las medidas de prevención, a seguir recomendaciones. Hoy más que nunca debemos ser responsables”, rezaba el mensaje del exmandatario a través de redes sociales; a la par a nivel federal se anunciaba la suspensión de clases.

Una mujer que retornaba de España fue el primer registro de contagio del virus SARS-CoV-2 en Nayarit, lo que originó una movilización extraordinaria de las autoridades sanitarias que de forma inmediata aplicaron protocolos de aislamiento para las personas y sus familiares.
Apenas dos días antes, el Gobierno Federal comunicaba el primer deceso en el país por esta enfermedad y para el 23 de marzo se daba inicio a la Jornada Nacional de Sana Distancia, un plan de prevención sanitaria que buscaba evitar más contagios a nivel nacional; “Quédate en casa”, se convirtió en la frase más popular en México por aquellos meses.

Mientras tanto, en Nayarit celebraciones como la Feria Nacional fue cancelada y tras confirmarse la presencia de turistas contagiados, el Gobierno Estatal determinó cerrar fronteras, playas y posponer la celebración de las vacaciones de semana santa.
Pero esto sería solo el inicio de un confinamiento de más de seis meses y de una labor titánica por mantener a la entidad a flote ante la embestida de problemas económicos y sociales que el coronavirus volvería visible; entre ellos el necesario cierre de negocios no esenciales, en una economía dedicada al servicio.

Autoridades federales comenzaron a habilitar zonas COVID-19 en los distintos hospitales de la entidad mientras poco a poco crecía el número de nuevos casos.
El 30 de marzo se reportó la primera defunción por el virus SARS-CoV-2 en Nayarit, una mujer de 79 años de edad originaria del poblado de “La Guásima”, Acaponeta; el cual quedó cercado tras confirmarse el hecho. Al mismo tiempo, el Gobierno de Nayarit suspendía sus actividades no esenciales.
En consecuencia, las calles se llenaban de músicos que ante el cierre de bares y restaurantes tomaban las esquinas para ofrecer su talento a cambio de un apoyo para sobrevivir a la pandemia; así mismo las autoridades promovían el comercio digital.

A finales de abril se confirmaba el primer deceso de un trabajador de la salud por COVID-19 en Nayarit, el médico cirujano José Luis Orendain, quien laboraba en el Hospital General de Zona No. 10 del IMSS en Santiago Ixcuintla.
El primer día de mayo, la entidad superaba los primeros 100 casos confirmados; sin embargo, el accionar restrictivo impuesto y la promoción de las medidas antiCOVID harían efecto, logrando una desaceleración en la estadística; pese a ello, varias vidas comenzarían a perderse entre ellos el alcalde de Acaponeta, José Humberto Arellano Núñez, uno de los primeros gobernantes en México fallecidos a causa del virus.
El primero de junio, el Gobierno Federal anuncia la entrada a la “nueva normalidad” con el objetivo de suavizar las restricciones y motivar una reactivación económica, creando un sistema de semáforo regional: rojo sería el nivel máximo de contagio, naranja nivel alto, amarillo nivel medio y verde nivel bajo.
No obstante, ante los cambios en las restricciones, la ciudadanía mostraría una relajación en las medidas de prevención; “parece que en Nayarit queremos alcanzar el semáforo marrón”, sentenció el Secretario de Seguridad, Jorge Benito Rodríguez al lamentar la falta de respeto a las medidas.
La segunda ola de coronavirus inundaba a Nayarit, los casos ya se contaban en miles y las defunciones en cientos; desde el 27 de julio al 10 de agosto se registró un colapso hospitalario en la entidad, reportándose un 100% de ocupación el área de intubados.
El 24 de agosto, las aulas se cambiaron por los hogares, y todos los estudiantes y maestros mexicanos comenzaron a experimentar un nuevo modelo educativo basado en la interacción virtual.

A finales de 2020, una nueva luz surgió ante el tenebroso panorama, se reportaba la llegada de las primeras vacunas contra el COVID-19; las primeras sonrisas se observaron en la primera línea de atención, personal de salud comenzaban a recibir el inmunizador en las primeras semanas de enero.
Año 2021: La terrible tercera ola
Para el 2021, las expectativas no mejoraban y las autoridades criticaban el relajamiento social del mes de diciembre. Para febrero la entidad superaba los 10 mil casos de contagios confirmados y los mil fallecimientos a causa del virus SARS-CoV-2.
A pesar de esto, la movilidad siguió aumentando a la par de la vacunación que ya llegaba a los sectores más vulnerables y a los más activos económicamente, en marzo se vaticinaba la llegada a semáforo verde en la entidad; mientras que las autoridades de salud advertían que Nayarit no estaba preparado para un rebrote.
El 7 de julio llegaba la tercera ola a Nayarit, la cual rompió con creces todos los récords estadísticos reportados hasta ese entonces; mientras tanto a nivel nacional comenzaba a surgir preocupación por las nuevas variantes de COVID-19 y la consolidación de la mutación conocida como Delta, la cual mostraba una mayor agresividad en sus portadores.

El 6 de agosto se reportaron 30 defunciones en solo 24 horas, catalogado como el día más funesto en dos años de pandemia; al mismo tiempo se anunciaba el retorno a semáforo rojo.
Una nueva orden de restricción comenzaría a generar roces entre autoridades y el sector empresarial; “no somos foco de infección”, se manifestaban los comerciantes.
En septiembre, la Universidad Autónoma de Nayarit confirmaba el primer caso de la variante MU originaria de Colombia, además de otras variantes como Kappa proveniente de la India y cuatro subvariantes de la Delta.
No obstante, la vacunación avanzaba y los casos disminuían conforme pasaban los días; Nayarit regresó a semáforo verde y la relajación social volvió a ser evidente. Algunas instituciones educativas comenzaban a experimentar clases híbridas, regresaban los conciertos masivos y la vida nocturna se retomaba como en su apogeo.

En diciembre se anunciaba la aplicación de una tercera dosis y la entidad cerraba el año con un riesgo de contagio bajo; en cambio, al iniciar el 2022 la historia fue distinta, un nuevo repunte en la estadística y la variante Ómicron se hacía presente
Año 2022: Ómicron y la fugaz cuarta ola
El 6 de enero se confirmaba la presencia de la variante Ómicron, originaria de Sudáfrica, se caracteriza principalmente por su alto nivel de contagio; esto se tradujo en un repunte sin precedente de nuevos casos de COVID-19 en Nayarit.
La cuarta ola había tomado por sorpresa a la entidad tras las festividades decembrinas, confirmándose también el 8 de enero el primer caso nacional de Flurona, una coinfección de influenza y COVID, en Nayarit.
La alerta máxima de contagio llevó a las nuevas autoridades encabezadas por Miguel Ángel Navarro Quintero a contradecir al sistema de semáforo que impuso la federación; además de volver a cancelar las clases presenciales en toda la entidad.
Los récords de contagios se rompieron en todos los niveles. Mil 181 casos se confirmaron en tan solo 24 horas, el 18 de enero de 2022; siendo la ciudad de Tepic la más golpeada con 786 casos en un solo día; cifra máxima registrada en los dos años de pandemia.

Por otro lado, para esta cuarta ola los salvavidas traducidos en vacunación y una nueva normalidad harían gran frente para evitar defunciones y que los contagios se agravaran, ocasionando un nuevo colapso hospitalario.
Fueron tan solo unas semanas en que la estadística se elevó y las restricciones volvieron a hacerse presentes; entrando febrero los números comenzaron a descender a tal grado de que especialistas comenzaron a especular sobre una “inmunidad de rebaño” en la población nayarita y el fin de la cuarta ola.
Actualmente, las restricciones se han suavizado a tal grado de que el uso de cubrebocas ya no es obligatorio en espacios abiertos; las instituciones educativas han vuelto a sus actividades presenciales y los negocios operan por encima del 75 por ciento.

A dos años de la pandemia, la “nueva normalidad” se ha convertido en una rutina para los habitantes de Nayarit; mientras el saldo que se reporta es de 3 mil 270 familiares, amigos, vecinos o conocidos que no lograron sobrevivir a este virus; así como los 57 mil 439 que han vivido en carne propia los estragos de esta enfermedad que vino a cambiar el mundo.