En los 80 se estrenaría una obra de teatro en la Ciudad de México titulada El Martirio de Morelos, de Vicente Leñero, donde se presenta al insurgente encarcelado, en momentos de flaqueza delatando a sus compañeros y arrepintiéndose de cada palabra de los Sentimientos de la Nación. Presiona Gobernación para cancelar la obra. La razón: es el héroe sexenal y quieren evitar la ira presidencial. Se filtra la información a la prensa y surge el escándalo. Se estrena con nuevos contratiempos. Quienes asistimos a ver la monumental puesta en escena de Luis de Tavira conocimos un Morelos humano, demasiado humano, pero más entrañable que el santo de bronce que hemos conocido en la narrativa oficial. Debemos humanizar a nuestros héroes. La historia, el teatro y el periodismo deben despojarlos de una santidad inexistente.