El reportero polaco Ryszard Kapuscinki cubrió veintisiete guerras y revoluciones, siempre portando dos libretas. En la primera hacía los apuntes para la nota que enviaba por telégrafo a la agencia para la que trabajaba, que tenía que ser de pocas palabras por el elevado costo de la transmisión. En la otra apuntaba datos, expresiones y sensaciones que le servirían para documentar las mejores piezas del periodismo narrativo del planeta, escritas en otros medios y en otros momentos. No es una práctica común entre los profesionales de la información, que apuntan en una sola libreta, si a eso llegan, para la nota que puede entrar en el medio donde publican. Lamentablemente mucho de lo que ven y escuchan, si es que lo hacen, se pierde para ellos mismos y para los lectores o radioteleespectadores.