Son las seis de la mañana y Alondra llega a su oficina. Se acaba de comprometer con su novio, luego de enterarse que tiene tres meses de embarazo. Su responsabilidad laboral la comparte con otros dos hombres, cuyos puestos son similares. Un día, tras dar un vistazo a los salarios de la empresa, se da cuenta que percibe quinientos pesos menos al mes que ellos, hecho al que por el momento no le toma importancia.
En México, las mujeres reciben salarios menores que los hombres, a excepción de Quintana Roo, donde el salario promedio femenino suele ser de 25 centavos más que el de un hombre. Yucatán y Nayarit, en ese orden, son las otras dos entidades donde la diferencia salarial es menor, en el empleo formal.
El esposo de Alondra trabaja en una empresa similar a la suya, con un rango jerárquico parecido, sin embargo, él también obtiene un mayor ingreso por su trabajo. Una vez nacido el nuevo integrante de la familia y tomando en cuenta el “desastre” que se ha vuelto el hogar, Alondra pensará dejar su trabajo y buscar un empleo más flexible, quizá con menor salario, pero que le permita hacerse cargo de su familia.
Esto es conocido como brecha salarial. En Nayarit, es de apenas el 5.3 por ciento, ya que las mujeres ganan en promedio 362.9 pesos diarios, mientras que los hombres obtienen ingresos de 382.2 pesos al día, según reporte del Instituto Mexicano del Seguro Social, en abril pasado.
Esto le da a la entidad, la medalla de plata en la reducción de esta problemática, donde el oro lo tiene Yucatán, estado en el que la brecha salarial decrece a 3.7 por ciento.
Dentro del mismo golfo mexicano, Quintana Roo se aparta de la liga y erradica esta brecha, al borde de que las mujeres obtienen 0.06 por ciento más ingresos que los varones.
En cambio, este problema que hasta hace unas décadas parecía invisible dentro del campo laboral, suele mostrar mayor presencia en las entidades de Campeche, Coahuila y Chihuahua que presentan las mayores brechas salariales, al registrar 33.6, 26.9 y 22.5 por ciento, respectivamente.