Por Mariana Cortés Zayas
Me suele pasar a menudo, que cuando quiero referirme a este tema, comienzo a explicarlo con el siguiente ejemplo “cuando cierras la última puerta de tu casa y das el primer paso, en ese momento ya te encontrarás seguramente en el espacio público”, este ejemplo es un sencillo inicio para explicar los alcances de este importante tema.
Diferenciar el espacio público del privado podría ser algo sencillo, en ambos espacios existe una similitud entre las actividades que desarrollamos, por ejemplo en las viviendas las familias tienen sus propias reglas, sus formas de organización y de administración. Entre esas diferencias también está la forma en la que nos comportamos cuando utilizamos ambos espacios. Mientras que en uno destaca la privacidad en el otro destaca la socialización.
El espacio público más próximo a las viviendas, es “la banqueta”, posteriormente, la calle (vialidades), los parques, las áreas verdes, los equipamientos, etc.
El espacio público no debe individualizar, debe integrar, es en dónde los seres humanos socializamos, yo diría: “no le pertenece a uno (en particular) nos pertenece a todos”, ¿Qué tan sencillo es entender los alcances de este concepto?
No es fácil y creo que como ciudadanos nos hace falta conocer la importancia o el impacto que tendría sobre los entornos urbanos si se comprendiese.
Regreso al ejemplo de “la banqueta”, es un elemento conector de estos dos espacios, es la delimitación entre la vialidad y las viviendas, es un espacio cuya función primordial es el “transitar”, este elemento debe reunir características fundamentales para cumplir con esa función, mismas que están manifestadas en las normativas.
Se escucha sencillo hablar de las banquetas y de sus regulaciones, sin embargo si somos observadores, es uno de los elementos que genera conflictos importantes en la ciudad y para los ciudadanos. Entre esos conflictos podemos ver que no cumplen con altura, materiales, textura, medidas, resistencia, siendo un elemento tan sencillo podríamos pensar que no tendría porque generar tantos problemas.
Así como vemos zonas en la ciudad, en las que las baquetas cumplen con la normativa, también podemos ver que en ocasiones no existe esa distinción, tal vez por que no se ha comprendido las diferencias entre el espacio público y privado.
Y muchas problemáticas las podemos identificar cuando transitamos por las banquetas de la ciudad, por ejemplo banquetas que han sido modificadas o adaptadas de acuerdo a gustos o predilecciones de los usuarios, por ejemplo: banquetas con vitropiso, con arbolado, con texturas que no son antiderrapantes, invadidas por una actividad en particular, por objetos, por materiales o vehículos.
Es el espacio más próximo a las viviendas, no es un espacio de los particulares, sus características están estandarizadas para facilitar el uso, la comodidad, pero sobre todo la seguridad de utilizarlas.
La idea de plantear este tema es para reflexionar que este ejemplo sencillo tiene grandes dificultades que podrían asociarse con las delimitaciones de nuestro actuar sobre el espacio que “no es de nosotros”, “no nos pertenece” sino que es de todos.
Y así como este ejemplo, podría continuar explicando las mismas dificultades que presentan espacios en el que convivimos, en donde jugamos, en donde nos recreamos o descansamos, entre más privaticemos esos espacios, menos opciones dejamos para construirnos como sociedad, menos respeto hay entre las necesidades colectivas y no individualistas.
¿Cuál debiera ser nuestro rol como ciudadanos para garantizar su perpetuidad y existencia del espacio público?
Los invito a reflexionar sobre ello.