Por Ernesto Acero C.
El ejemplo de vocación política es el Gobernador de Nayarit, Miguel Ángel Navarro Quintero. Esa vocación política, tanto como un proyecto democrático, es lo que requiere el cambio de rumbo para el estado. La transformación del estado requiere de personas que aspiren a servir, que sepan servir, no que esperen enriquecerse indebidamente a la sombra de la función pública.
El gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero promueve transformaciones profundas. Esos cambios radicales requieren una estrecha colaboración de los tres poderes. Naturalmente, ese compromiso transformador tiene un origen democrático: la participación popular en la elección de 2021. Esa participación popular no se reduce a los votos que lo beneficiaron, sino a todos aquellos que acudieron a las urnas, incluyendo los que votaron por otras opciones.
Nayarit ha entrado en una fase que debe concluir con transformaciones profundas en el plano institucional y en cuanto a su entramado normativo. Cambiar requiere transformar todo el entramado normativo, desde la Constitución local hasta el más elemental reglamento. Ese cambio debe darse sin salir de la férula del Pacto Federal.
No se puede cambiar con remiendos porque el cambio que reclama el estado y que promueve el Gobernador, no está para remiendos transformadores.
Una cuestión fundamental tiene que ver con los cambios que al menos aplaquen la corrupción. Promover la transformación para acabar con monstruos como la corrupción, requiere de una agenda legislativa que tenga por objeto transformarlo todo.
La XXXIII Legislatura se encuentra ante el compromiso de mostrar máxima solidez ideológica y mínimas ambiciones personales. La ideología se requiere para procesar el cambio, la transformación radical del estado. Lo peor que le puede ocurrir a la XXXIII Legislatura, es caer en las garras del burocratismo, la mediocridad, la abyección o la miseria ideológica, o cualquier combinación de tales antivalores.
Promover el cambio puede unir a todas las fuerzas presentes en la Representación popular que se expresa en la integración de la XXXIII Legislatura. La promesa de cambio es generalizada, como el reclamo popular, como el mandato expresado en las urnas en 2021.
La agenda del Cambio no puede, no debe y no necesita ser una agenda que comprometa solamente a los legisladores de Morena. Exige la participación comprometida de todos los partidos, pues fenómenos tan letales como la corrupción obliga a todos a sumar fuerzas y coordinar voluntades.
Todas las fuerzas políticas en algún momento dado han propuesto transformar al estado. Se pueden promover consensos.
Uno de los trabajos que menos se conocen en el plano social, es el que realizan los legisladores. No obstante, esa labor es fundamental para hacer realidad las aspiraciones de una sociedad cada día más exigente. La soberanía popular es fundamental no sólo en la elaboración, reforma o modernización del marco normativo. El legislador también debe hacer tareas como el de acercamiento con sus representados y gestión social.
En este caso, en el de la actual Legislatura, recae un mandato que a todas luces debe interpretarse como deseo de cambio. La agenda de la XXXIII Legislatura es la agenda del cambio. ¿Cómo cambiar el rumbo de la historia de un estado que ha sido saqueado históricamente, desde el Poder Legislativo?
El Presidente de México Andrés Manuel López Obrador, ha propuesto reducir el aparato de la representación popular y a los mismos órganos autónomos. El signo de los tiempos en materia gubernamental puede definirse en un par de palabras: insuficiencia presupuestal.
El Gobernador Navarro Quintero también enfrenta los desafíos de esa estrechez presupuestal. Enfrenta la razón de esa insuficiencia: la corrupción y el saqueo.
El cambio reclama acabar con la corrupción y con la impunidad que la acompaña. El aparato de Estado se concibió y empezó a construirse, en una primera etapa, gracias al boom petrolero al crecimiento de la deuda pública. Una segunda etapa fue de más deuda y más ingresos petroleros. No obstante, esos recursos no fueron suficientes para transformar al país ni al estado, debido a la corrupción, en buena medida. Las redes de la corrupción son vastas y parecen irrefrenables.
Lo peor de todo es que los cuerpos representativos crecieron y la gente empezó a sentirse cada vez menos representada. En ese contexto, no es sencillo cumplir el desafío de los cambios que deseamos la mayoría.
Lo que ahora hagan los legisladores locales definirá de qué lado se encuentran. Todos o la mayoría de los legisladores seguramente que van a aspirar a otro cargo al término de la presente legislatura. Lo mismo ocurre con los alcaldes, que seguramente van a aspirar a la reelección o a dar un salto al Legislativo local. Esa es una vieja historia.
Las aspiraciones personales están del lado de quienes promueven el cambio en serio. Esas aspiraciones deben manifestarse en sus actos, en sus obras, en sus acciones. Las mejores aspiraciones personales son las que se soportan con una sólida formación ideológica. Las ambiciones personales son diferentes a las aspiraciones. El que aspira desea servir a los demás. El que ambiciona, desea servirse de los demás. No son lo mismo. El que aspira posee sólida formación ideológica. El que ambiciona, posee solamente deseo de beneficio personal.
Los alcaldes desde ahora ven como se eleva su temperatura bajo los efectos del futurismo y lo mismo ocurre con los legisladores. El futuro de los alcaldes o de los legisladores locales, dependerá, fundamentalmente, de los resultados que muestren al final de sus periodos al frente de sus actuales responsabilidades. El futuro de los legisladores locales dependerá de la postura que asuman ante los cambios que se promueven en el estado.
Es cierto es que, en algunos casos, la reelección de legisladores o de alcaldes dependerá de la sombra política a la que se acerquen para ser cobijados. No obstante, los futuros candidatos a cargos de elección popular, deberán ofrecer resultados como parte de los argumentos que ofrezcan a los electores para convencer a los votantes de la conveniencia de que sufraguen por ellos.
Los resultados en la función pública pueden hacer buenos candidatos, aunque no necesariamente. La historia nos muestra que no es sencillo reelegirse o saltar de un cargo a otro. Los electores pueden caer bajo el influjo de campañas que correan dinero. En otros casos, las trampas hacen ganar a ciertos candidatos y llevan a otros a la derrota.
Por esas aspiraciones futuras, por esa fiebre de futurismo, la agenda Legislativa debe alinearse con la agenda del cambio que promueve el Gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero. Naturalmente que es la formación ideológica, las convicciones, las que deben comprometer a los legisladores, a los alcaldes, a todos aquellos que deseen mantenerse en la esfera de la representación popular. La temperatura corporal o las ambiciones personales, al menos, deben obligar a dar buenos resultados a quienes actúan en el plano de la representación popular y que desean mantenerse en ese campo.