Por Salvador Cosío Gaona
Dos eran los discursos más esperados de la 77ª reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas, el del presidente de los Estados Unidos de América del Norte, Joe Biden, y el del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Y ambos respondieron a las expectativas con enérgicos posicionamientos; el primero arremetió contra el líder ruso, Vladimir Putin, y el segundo pidió un “justo castigo” a Rusia, ambos por la guerra en Ucrania.
El mandatario estadounidense calificó la invasión rusa como “una guerra innecesaria y brutal” de la que responsabilizó directamente a Putin por los últimos seis meses de ataques en territorio ucraniano.
“Es una guerra que escogió un hombre, para ser muy franco. Hablemos con franqueza: un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU invadió a su vecino y trató de borrar a un Estado soberano del mapa”.
Pidió al mundo “ver estos actos horrendos por lo que son” y descalificó la justificación de Rusia de que tenía que lanzar una “operación especial” en Ucrania para defender su propia integridad y liberar a los ucranianos de un “gobierno nazi”.
“Nadie amenazó a Rusia, y nadie sino Rusia buscó el conflicto (… ) No se pueden expandir las fronteras a través del derramamiento de sangre”, continuó Biden, que reiteró el apoyo a Ucrania: “Seremos solidarios y nos opondremos a la agresión rusa. Punto”.
El discurso del presidente estadounidense, de casi 20 minutos, fue pronunciado ante los miembros de la ONU en la sede de Nueva York. Estaban presentes los delegados de la Federación Rusa que reaccionaban con risas y escepticismo a las palabras de Biden.
Más temprano el mismo miércoles, el presidente Putin anunció desde Moscú una movilización de 300.000 reservistas para apoyar las operaciones militares en Ucrania.
Esta “movilización parcial”, dijo el mandatario ruso en un discurso televisado, es producto de la necesidad de defender la soberanía y la integridad territorial del país.
En su discurso, Biden destacó el hecho de que 141 países en la Asamblea General de la ONU se unieron para condenar inequívocamente las acciones de Rusia.
Advirtió que la Carta de la ONU, la base misma del orden global basado en reglas, estaba bajo ataque.
Pero mientras la guerra de Ucrania domina la Asamblea General de la ONU, los límites de lo que la ONU puede hacer cuando una nación miembro invade a otro país están claros.
Rusia, que tiene un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, y por lo tanto con derecho a veto, lo ha hecho.
El mandatario estadounidense urgió a todos los países a volver a comprometerse en el refuerzo del pacto de no proliferación nuclear y alertó: “Una guerra nuclear no puede ser ganada y nunca debe ser combatida”.
En alusión a la situación actual de crisis energética, de la que se suele responsabilizar a Rusia, Biden dijo que EE.UU. está trabajando para asegurarse de que ningún país sea capaz de volver a “usar la energía como arma”.
El presidente concluyó su discurso admitiendo que los líderes mundiales se enfrentan a grandes desafíos, en especial en el campo de los abusos a los derechos humanos. Biden instó a los países a ser “autores de la historia” en lugar de ser “testigos pasivos” de ella.
Por su parte, el presidente ucraniano, pidió Un “justo castigo” contra Rusia por su “crimen contra Ucrania”. Que se prive a Moscú de su derecho de veto como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y que se aísle a sus delegaciones. Es lo que solicitó el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, una y otra vez en su intervención por vídeo este miércoles ante los líderes mundiales en la Asamblea General de la ONU. Una intervención, probablemente la más esperada del cónclave anual y que ha finalizado con un largo aplauso de la mayoría de los delegados, puestos en pie.
La Asamblea General, en sí misma, se había convertido en un foco febril de actividad. Los últimos acontecimientos en Ucrania han otorgado un nuevo sentimiento de urgencia. El anuncio del presidente ruso, Vladímir Putin, sobre la movilización de 300.000 reservistas y reclutas más, y su poco sutil amenaza de utilizar armas nucleares en Ucrania, han dejado claro que el conflicto entra en una nueva fase. Una fase que Occidente interpreta como de “desesperación” rusa tras la contraofensiva ucraniana que le ha permitido recuperar territorios ocupados. Los ministros de Exteriores de la UE, convocados por el responsable europeo de ese área, Josep Borrell, celebraban una reunión extraordinaria en la sede de la ONU. Los ministros del G7 -Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón- también tenían previstas conversaciones, según confirmaba en rueda de prensa una portavoz nipona. Sobre la mesa, apuntaba Borrell, se encontraba la imposición de nuevas sanciones contra Moscú.
Pero era la intervención de Zelenski lo que arrastraba una mayor carga emotiva. El presidente ucraniano intervenía a distancia desde Kiev, en una alocución grabada, vestido con la camiseta militar con la que se ha hecho famoso.
No aludió a los acontecimientos de las últimas horas, ni a la amenaza nuclear ni a la movilización de tropas de la reserva, la primera que ordena Rusia desde el final de la Segunda Guerra Mundial y una medida que Putin había reiterado previamente que no pensaba tomar.
Sí planteó lo que definió como un plan de cinco puntos para la paz. El primer punto: “Castigo por el delito de agresión. Castigo por la violación de fronteras y de la integridad territorial. Un castigo que debe mantenerse hasta que las líneas de demarcación reconocidas internacionalmente se hayan restablecido”, subrayaba el antiguo actor cómico.
El resto de los puntos incluían la protección de la vida por todos los medios disponibles, garantías de seguridad y la determinación a la autodefensa. “¿Lo que no incluye nuestra fórmula para la paz? La neutralidad. Aquellos que hablan de neutralidad cuando son atacadas vidas y valores humanos se refieren a otra cosa”, agregaba. Y profetizaba que “mientras más lejos vaya el terror ruso, más improbable es que nadie en el mundo esté de acuerdo en sentarse con ellos”.
Al tiempo que hablaba su presidente, Kiev anunciaba la entrega por parte rusa de más de 200 prisioneros de guerra ucranianos, entre ellos líderes de la defensa de la acería Azovstal, el último reducto en caer en el asedio a la ciudad portuaria de Mariúpol. A cambio, Ucrania entregó a su invasor a Víktor Medevchuk, líder de un partido prorruso, y otros 55 presos.
Los acontecimientos en Ucrania protagonizaban buena parte de los encuentros bilaterales en los márgenes de la Asamblea General de la ONU. La flamante primera ministra británica, Elizabeth Truss, conversaba con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el jefe de Estado turco, Recep Tayyip Erdogan. El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, se reunía con los líderes de las repúblicas bálticas.
“Los ministros deben debatir esta amenaza, reiterar el continuo apoyo a Ucrania y alertar a la comunidad internacional sobre la situación inaceptable en la que Putin nos ha colocado a todos”, indicaba Borrell en una breve rueda de prensa al anunciar el encuentro extraordinario de los representantes de Exteriores de los 27. “Puedo adelantar que los ministros querrán tratar sobre cómo continuar nuestro apoyo militar a Ucrania, como proseguir la presión sobre Rusia. La cuestión de las sanciones estará sobre la mesa, sin duda”.
*con información de medios
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