Por Salvador Cosío Gaona
Cientos de personas que dijeron ser exmilitares y familiares de militares marcharon el pasado domingo 12 de marzo del presente en varias ciudades de nuestro país en defensa de agentes del Ejército presuntamente implicados en la muerte de cinco jóvenes en la ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas, el pasado 26 de febrero. Este sonado caso detonó el hartazgo respecto a la política del Gobierno Federal que privilegia los abrazos por encima de los balazos.
En Ciudad de México, los manifestantes se movilizaron desde el Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino, pese a que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, dijo que detrás de esta movilización a favor de militares podría estar la delincuencia organizada.
“Supuestamente es para defender al Ejército, pero no, y que nadie se deje engañar. Eso puede estar inclusive promovido por la misma delincuencia”, indicó López Obrador días atrás.
De acuerdo con las autoridades militares, los soldados dispararon en contra de la camioneta en la que viajaban los jóvenes al escuchar un estruendo, pero activistas difieren en la versión y aseguran que los tripulantes de la unidad no estaban armados y venían de una fiesta y a pesar de ello los militares dispararon.
Entre los manifestantes, el subteniente en retiro Rosalío López, reclamó a López Obrador que siendo el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas no está “velando por los intereses del pueblo, del Ejército” y que están siendo “objeto de persecución”.
“Nos preparas para la guerra pero nos cruzas de brazos … estando en campo de batalla no puedes esperar a que te den un balazo”, dijo López designado como vocero de la movilización.
Animada por consignas como “soldado amigo, el pueblo está contigo” y exigencias de justicia, familiares de reclutas detenidos en el Campo Militar Número Uno, así como de militares en activo y en retiro, portaban ropas tipo militar, muchas de ellas de camuflaje.
Rosalío López continuó con su llamado de atención a López Obrador, a quien se dirigió tuteándolo, que olvida que la preparación de los soldados es para manejar armas, por lo que si no quiere que haya personas caídas “dales su peine y dales unas tijeras para que vayan a cortar cabello, no les des armas”.
En su llamado insistió en que aún cuando el presidente repite en distintas ocasiones que el Ejército es “pueblo uniformado”, López Obrador sólo usa al personal militar “para tu conveniencia …nos usas y nos tiras como quieras”.
El militar en retiro reclamó al presidente que pretenda que los soldados no reaccionen, que “primero te den un balazo y luego hablamos”, sin considerar que “estando en el campo de batalla, no puedes esperar a que te den un balazo, porque ahí te llamabas. No puede ser posible que nos trates de esa forma”.
Durante la marcha los manifestantes gritaron consignas a favor de los derechos humanos de los militares.
En Tuxtla Gutiérrez, estado de Chiapas, sureste, Juvenal Arias, un exmilitar quien trabajó en el Ejército por 23 años dijo que los militares “no son delincuentes”.
“Mis compañeros no andan delinquiendo, andan trabajando, porque no actuamos a modo propio, estamos actuando en cumplimiento de órdenes y en representación de una institución la cual nos debe de dar el respaldo”, expuso.
El exmilitar fue parte de un grupo de unas 50 personas entre mujeres, hombres y niños que se concentró frente a la VII Región Militar en Tuxtla Gutiérrez.
En su oportunidad, María de Lourdes Hernández, familiar de exmilitares, también acudió a la manifestación y dijo que “no es posible que en estos momentos haya cuatro militares procesados por defenderse”.
“Se ve a los militares disparando (pero) para defender a sus compañeros que estaban siendo agredidos por delincuentes”, señaló.
Esta es la primera vez que presuntos familiares y exmilitares se organizan para defender a soldados del Ejército mexicano.
En Monterrey, Nuevo León, los manifestantes se reunieron afuera de las instalaciones de la VII Zona Militar y estuvieron encabezados por Jesús García, un exmilitar que pidió una investigación a fondo de los sucesos.
Además, sostuvo que en los últimos años ya no se respeta la investidura de las fuerzas castrenses sobre todo por la política de “abrazos, no balazos”, impulsada por el presidente López Obrador.
“Al gobierno, primeramente le pedimos que deje actuar al Ejército, que lo deje hacer su trabajo, que no lo ate de manos, porque son los que nos protegen, ha habido miles de militares muertos”, expuso.
En la ciudad de Oaxaca, unas 100 personas participaron en la protesta a la que asistieron amigos y familiares de soldados de la región vestidos con playeras verdes y camisolas militares, la cual ocurrió en las instalaciones de la XXVIII zona militar.
“Necesitamos que haya justicia, que el presidente actúe con firmeza para que estos cuatro soldados salgan libres porque ellos están actuando por la seguridad del pueblo”, dijo la señora Martha García Salas, quien es familiar de un oficial del Ejército.
Las movilizaciones se concentraron principalmente en Ciudad de México, Veracruz, Tamaulipas, Aguascalientes, Coahuila, Nuevo León, Morelos, Hidalgo, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Sonora, Edomex, Baja California, Guanajuato, Durango, Puebla, Jalisco y Michoacán.
El periodista Julián Andrade, reflexionó que “La queja central de los manifestantes fue la de señalar que ellos, los soldados, sólo reciben órdenes y que son sujetos de maltrato, ya que no se les permite actuar de modo efectivo contra los delincuentes. Están hartos, al parecer, de la política de “abrazos no balazos”.
Y agregó: “Es una simplificación, por supuesto, pero sirve para trazar el parámetro del desencuentro. La realidad es que la actuación de los militares está lejos de ser tersa y más bien se engloba en su ya larga participación en territorio. Los datos así lo indican. Del 1 de diciembre de 2018 y hasta el pasado 1 de marzo, la Secretaría de la Defensa Nacional había recibido 31 recomendaciones y mil 559 notificaciones de queja de la CNDH, de acuerdo con una investigación del diario Excélsior.
Acaso por ello, algunas consignas de los que marcharon fueron para condenar la política de derechos humanos, que ven más cercana a los delincuentes que a quienes tienen la tarea de perseguirlos. No es así, pero es lo que creen y es lo que norma el criterio a la hora de analizar los sucesos donde existen transgresiones a la ley o abusos contra la ciudadanía.
De algún modo, la narrativa oficial los abrazos y no balazos, está resultado un bumerán que potencia inconformidades en la milicia, donde se percibe a mandos privilegiados en la construcción e instrumentación de obras emblemáticas de la actual administración, y los que están en las zonas de conflicto arriesgando pellejo y prestigio.
En efecto, no suelen encontrar la solidaridad del mando y del gobierno cuando las cosas salen mal y por ello se sienten ante la intemperie y maniatados, o con altos márgenes de riesgo”.
Andrade afirmó que los soldados nunca se han sentido cómodos realizando tareas de policía. “Esto no ha cambiado. Desde hace años lo han señalado con claridad, pero son respetuosos de las órdenes que les han dado los diversos presidentes de la República.
El aumento de la influencia de los soldados en la actual administración es, por demás, notoria. Nunca habían tenido tantas tareas ajenas a sus responsabilidades legales directas, como ahora”.
Y concluyó: “Por desgracia, los soldados están ya en la esfera política, salieron de los cuarteles hace años y no regresarán a ellos en los siguientes años. Esto implica que se tienen que tomar decisiones para que se mantenga la disciplina, pero también para que se desmonten las situaciones o creencias que pueden devenir en conflictos como no los hubo en casi un siglo”.
Habrá que poner mucha atención en este tema porque la inconformidad ya llegó a las calles, algo que no había ocurrido con las fuerzas castrenses y se le puede ir de las manos al Gobierno de López Obrador. Al tiempo.
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@salvadorcosio1
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