Norma Lizbeth nació morena; eso le quitó la vida, si así puede llamarse a los 14 años que existió perseguida por el acoso de sus compañeros de clase y la indiferencia de los adultos. El suyo fue un país hipócrita: guadalupano, siempre fiel a su virgen del Tepeyac, pero inmensamente cruel con los que tienen su color de piel. Un país incapaz de verse reflejado en el racismo del vecino país del norte, pero de prácticas discriminatorias con los pueblos de los que se dice orgulloso heredero y con los migrantes centroamericanos. Despiadadamente golpeada por otra adolescente frente a una porra de niñas y niños, murió sin la atención médica que exigía su estado. Pobre país el tuyo, Norma, con sus hijos en los polos de raza, clase, credo, política. Polarizado por siglos.