Por Pablo Hernández | Diego Mendoza
El estruendo de la música a alto volumen, la forma de deshacerse de la basura, el respeto al imaginario acuerdo del espacio de estacionamiento afuera de los hogares y esos convivios a altas horas de la noche se han convertido en problemas cotidianos, que en conjunto forman parte de un explosivo coctel que deja en cenizas la paz y tranquilidad en comunidades alrededor del país.
Sólo en Tepic, la principal urbe del estado de Nayarit con una población de 425 mil 924 personas que luce alejada de los números que presentan las grandes ciudades del país, ocho de cada diez ciudadanos han experimentado un conflicto directo con sus vecinos.

Lo anterior se consigna en la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que ubica a los tepiqueños como los habitantes de la segunda ciudad con más conflictos vecinales en todo el país durante el primer trimestre de este 2023.
“Es un dato alarmante”, sentenció el doctor José Salvador Zepeda López, catedrático de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN) y especialista en temas de microsociología, quien lamenta que estos temas de violencia se han vuelto cotidianos en la opinión pública.
Dentro de su perspectiva, estas problemáticas tendrían origen en la erosión y ruptura del tejido social, que se traduce en la desintegración de esos núcleos de amistad y solidaridad barrial que anteriormente caracterizaban a los distintos asentamientos humanos de la ciudad. Para el también integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), parte de esta descomposición nace de las propias condiciones socioeconómicas de las nuevas familias, compuestas principalmente por jóvenes, que se sumergen en el ámbito laboral dejando afuera toda aquella actividad de convivencia social y cotidiana.
Con el anterior análisis coincide la psicóloga y catedrática de la UAN, Isadora Seguame Ocampo, quien destaca que el aumento de conflictos entre vecinos es algo multifactorial, en lo que las propias condiciones socioeconómicas limitan a las nuevas familias a residir en espacios de vivienda más reducidos, lo que ha detonado nuevos problemas humanos: “No hay privacidad para los integrantes de cada familia y por ende el nivel de tolerancia disminuye”.

Esta falta de tolerancia no se refleja solamente en el exterior. Desde hace años, organizaciones civiles y las propias autoridades han puesto puntual atención en el incremento de violencia intrafamiliar en la entidad, principalmente a raíz de la pandemia del Covid-19, que obligó a un confinamiento generalizado. Tan sólo de 2021 al 2022, en Nayarit hubo un aumento del 56.25 por ciento en casos de violencia familiar, así como un incremento del 147.2 por ciento en denuncias de violencia familiar equiparada, de acuerdo con las cifras presentadas por la propia magistrada presidenta del Poder Judicial, Rocío Esther González García.
Dicho dato lo refuerza la trabajadora social Ede Santana, quien durante la pandemia trabajó en el Centro de Readaptación Social Venustiano Carranza. Comentó que en su estadía se percató que la mayoría de los que llegaban detenidos era por violencia familiar: “Hombres que no aguantaban tener a sus parejas todo el día en casa, lo cual a veces desembocaba en pleitos con vecinos”.
De no atenderse a tiempo, los casos de violencia familiar escalan a agresiones mayores que suelen culminar en lamentables casos de homicidio o feminicidio. Lo cual desafortunadamente no es una realidad alejada de lo que puede ocurrir con los conflictos vecinales.
El 1 de marzo de 2022, una noticia consternó a Tepic. Madre e hija fueron asesinadas por Alfredo “N”, su vecino en la colonia Amado Nervo. La razón del homicidio, de acuerdo con la versión oficial de la Fiscalía General de Nayarit, fue que el hoy imputado sostuvo una acalorada discusión con un vecino que estacionaba su vehículo al exterior de su domicilio. Alfredo estalló en ira y tomó un cuchillo con el que agredió a su vecino, cuya esposa e hija intervinieron en busca de protegerlo. Sin embargo, ambas resultaron con lesiones que al poco tiempo causaron su deceso.

De acuerdo con la ENSU, el problema de estacionamiento ha sido la segunda causa de conflictos o enfrentamientos entre ciudadanos a nivel nacional.
En busca de soluciones a esta clase de conflictos, el Congreso del Estado de Nayarit aprobó en 2020 la creación de los Juzgados Cívicos, un ente dedicado a regular las conductas antisociales en las comunidades municipales, así como mediar en conflictos vecinales.
Su función en Tepic contempla sancionar conforme a la Ley de Cultura y Justicia Cívica, las cuales de acuerdo con su director, Jorge Javier Olivares, suelen mediar principalmente en casos de personas que consumen alcohol en vía pública y de encuentros de violencia en el mismo espacio público.
Sin embargo, al ser una figura relativamente nueva y ante la falta de informes públicos, se desconoce la efectividad de su función.
Pero en opinión de especialistas, la creación de instituciones sancionadoras no son la única solución a este problema.
La catedrática Seguame Ocampo advierte que en los procesos de urbanización se ha priorizado una imagen poco amigable con el ambiente, disminuyendo los espacios verdes, lo que ha originado un cambio de temperaturas en zonas residenciales: “El cambio climático afecta en el humor de las personas, al igual que la falta de ejercicio, estas situaciones se dan por la rápida expansión de la metrópoli y los malos planes de ordenamiento urbano”.
Asimismo, el doctor Zepeda López reconoce que muchas de las áreas comunes en las colonias se encuentran en mal estado: “Si tú vas a las unidades deportivas más emblemáticas y reconocidas como la Morelos e incluso la Arena Cora, te encuentras con ambientes deplorables”.
Además según la ENSU, sólo una tercera parte de la población tepiqueña afirmó conocer actividades o programas para prevenir la violencia o la delincuencia por parte del gobierno municipal.
“Existe en la sociedad un desconocimiento de las leyes y la corrupción que elige opacar cualquier proceso y no divulgar lineamientos, reglamentos y leyes… es mejor multar que socializar”, lamenta Isadora Seguame, quien llama a regidores y legisladores locales a realizar un mayor trabajo de campo con las comunidades.
Mientras que Salvador Zepeda pide a las instituciones darle el protagonismo y atención a los grupos vecinales, ya que cada comunidad puede requerir enfoques y soluciones específicas: “Necesitamos que estos grupos se valoren y generen su propia propuesta para resolver sus problemáticas… acabar con el paternalismo y tomar en cuenta la opinión de los vecindarios que se conviertan en los diseñadores y ejecutores de sus planes”.

La educación, una solución ante la crisis
Para la academia, la educación se ha convertido en la piedra angular para evitar más conductas antisociales en las comunidades. Para algunos especialistas, el modelo económico que por años marcó las políticas del país ha dejado una huella profunda en el aprendizaje de las nuevas familias, mientras que otros advierten que los recortes de programas educativos y los nuevos planes escolares no contienen soluciones reales para el deterioro social que hoy vive gran parte del país.
“En los modelos educativos desde nivel básico hasta nivel superior, aspectos como cultura, artes, deportes y recreación se han venido acotando, por lo que no podemos descartar que los gobiernos hayan abandonado este aspecto importante para formar sujetos sanos y proactivos”, señala el doctor Salvador Zepeda.
Actualmente, materias como Formación Cívica y Ética buscan ser ese enlace para generar un sentido comunitario de unión entre sociedad. Sin embargo, algunos maestros como Alfonso Rosalio Sánchez, advierten que a diferencia de los viejos programas “ya no se profundiza como antes, se ha aligerado el contenido por el recorte de tiempo”.

En contraste, las nuevas tecnologías siguen ganando gran influencia en la niñez y la juventud. En Nayarit, el INEGI estima que más de 800 mil nayaritas son usuarios de Internet, el 93 por ciento de ellos generan redes virtuales que se muestran atraídas hacia una atractiva cultura de drama y violencia que de acuerdo con la psicóloga Seguame “dan una expectativa poco realista al contexto que se vive y que a la vez educa”, mientras genera lo que explica el doctor Salvador Zepeda como un proceso de atomización de las comunidades que cada vez se aleja más de su cotidianidad: “Habrá gente que a través de la red está interactuando con el mundo, pero paradójicamente no tiene relación con sus vecinos”.
A estas problemáticas, el gobierno federal ha propuesto un nuevo modelo educativo: La Nueva Escuela Mexicana, el cual busca integrar de manera transversal a todas las materias, en campos de estudio, ya no por materias, como se hacía con antelación, explicó Regina Mendoza, directora de Unidad de Servicio de Atención a Escuelas Regulares.
Sin embargo, en la realidad la educación es sólo uno de los caminos de la serie de acciones en las que todas las comunidades deben participar, promoviendo la comunicación, el diálogo, impulsando programas de sensibilización y tolerancia, fomentando la creación de espacios de encuentro y participación comunitaria, evitando así que esos vicios heredados en las estructuras familiares sigan convirtiendo a Tepic en el infierno que ha albergado incontables demonios que diariamente invaden la nota roja.
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