Después de varias semanas de dejar de escribir esas colaboraciones deportivas que estuve publicando semanalmente a lo largo de dos años y fracción debido al hecho de que lo que pretendía ser un “divertimento” se había convertido en una carga obligatoria que condicionaba mis fines de semana, hoy escribo una más, la cual surge —cual debe— de la libertad y no de una obligación autoimpuesta…

La primera referencia —un tanto extemporánea, por cierto— tiene que ver con la Delegación Mexicana a los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2023.

Es verdad que, desde el punto de vista deportivo, es el ámbito centroamericano y caribeño en el que el deporte mexicano suele destacar, gracias a la ausencia de las principales potencias deportivas del continente: Brasil, Canadá y los Estados Unidos y, por supuesto, de las potencias deportivas a nivel mundial.

Sin embargo, el número de medallas obtenidas por la delegación mexicana en estos juegos —353 [145 de oro, 108 de plata y 100 de bronce]—, así como la ventaja significativa que en el cuadro de medallas se puede percibir —Colombia ocupó el segundo lugar con 244 medallas [87 de oro, 92 de plata y 65 de bronce] y Cuba el tercero con 196 medallas [74 de oro, 59 de plata y 63 de bronce]— no deja de llamar la atención y merecer un reconocimiento que, al parecer, ha de recaer más en los deportistas que en la autoridades deportivas, a menos que se pruebe lo contrario.

En cuanto al Tri, es decir a la selección mexicana de futbol, es preciso reconocer el cambio operado en su desempeño en las semanas recientes, sobre todo después del terrible fracaso habido en la Liga de Naciones de la Concacaf, sobre todo la derrota humillante sufrida ante la oncena del vecino país del norte.

El factor principal para este cambio fue, sin duda, el nombramiento de Jaime Lozano como entrenador interino para la Copa de Oro, ya que, si bien es verdad que las selecciones más fuertes de la región —Canadá y Estados Unidos— optaron por no llevar a este torneo sus selecciones de lujo, en el caso de México, no hubo cambio de jugadores y, sin embargo, si hubo cambios notables en el desempeño del equipo, no solo en cuanto a entusiasmo, sino en cuanto al nivel individual y grupal.

La obtención de la Copa de Oro, después de haberla perdido en 2021, es un buen logro que ha puesto en el centro de la atención el tema de la dirección técnica: ¿Jaime Lozano debe mantenerse como el técnico del seleccionado rumbo al Mundial 2026?

Y, como suele suceder, no hay un acuerdo general al respecto, aunque el sentir de la afición y de un buen número de comentaristas y analistas es que, al menos, debería formar parte del cuerpo técnico y que, después de la obtención de la Copa de Oro y la óptima aceptación del “Jimmy” por parte de los seleccionados, se ve difícil que, quienes toman las decisiones, pueden prescindir de él y nombrar a alguien más que, de nuevo, corte el proceso…

La tercera referencia de esta colaboración es el Gran Slam de Wimbledon, sin duda, el torneo del tenis mundial más cargado de sentido, de tradición y de importancia…

A lo largo de casi dos semanas se disputó este torneo amplio en el que se disputan trofeos individuales, dobles, mixtos y de personas con discapacidad, pero cuyo centro son siempre los torneos individuales femeninos y masculinos.

En la rama femenil, como suele suceder, las tenistas sembradas en los primeros lugares fueron cayendo una a una: la número 1, Iga Swiatek, la número 2, Aryna Sabalenka, la número 3, Yerlena Rybakina y la número 4, JEssica Pegula cayeron todas en cuartos de final.

De las sembradas en los primeros lugares, solo la tunecina Ons Jabeur fue capaz de mantenerse con vida hasta la final en la que, de manera inesperada cayó ante la checa Marketa Vondrousova quien alzó el trofeo de campeona y que, con su triunfo, subió 32 lugares en la clasificación de la WTA y se ubicó en el lugar 10.

En la rama varonil —en la que la clasificación suele tener mayor relevancia en el desempeño que en la rama femenil—, en las semifinales seguían con vida los tres principales sembrados: Carlos Alcaraz, Novak Djokovic y Daniil Medvedev, acompañados de Jannik Sinner, sembrado en el lugar 8.

Después de vencer a sus respectivos oponentes —Medvedev y Sinner— Carlos Alcaraz y Novak Djokovic llegaron a la final, tal como lo habían hecho previamente en Roland Garros.

Después del retiro del joven murciano por problemas físicos en el torneo de París, la primera duda que surgía tenía que ver con el estado físico de Alcaraz; la segunda, tenía que ver con el nivel real del tenista español: ¿tendrá el tenis necesario para vencer al tenista serbio?

Las dudas acerca de la capacidad de “Carlitos” crecieron de manera notable después de perder el primer set 6-1 y, alcanzó su clímax cuando Djokovic tuvo en sus manos, dos veces, el punto para set en la muerte súbita del segundo set.

Pero a partir de la obtención del segundo set por parte de Alcaraz, el tenor del partido empezó a cambiar, de tal manera que el tercer set lo ganó el joven español 6-1 y, si bien, el que el serbio ganara el cuarto set 6-3, hizo surgir de nuevo las dudas acerca de la posibilidad de vencer a Djokovic, en el quinto set, “Carlitos” fue minando la resistencia de Nole y acabó ganando el último set 6-4 y, con ello, convirtiéndose en campeón de Wimbledon, obteniendo su segundo Gran Slam, su membresía del All England Lawn Tennis & Croquet Club, mantenerse como el número 1 en la clasificación de la ATP y las invaluables palabras de Nole: “nunca he jugado con un jugador como él; su juego tiene elementos de Roger, de Rafa y míos: básicamente, lo mejor de esos tres mundos”.

Sin duda, “Carlitos” [habría que irle llamando Carlos o, incluso, Don Carlos] ha demostrado ya que está llamado a convertirse en uno de los tenistas más grandes de todos los tiempos, a menos que algo extraordinario llegue a suceder…

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