Por Marivelia Gallardo Ramírez*
Las niñas juegan muñecas y los niños carritos. Parece una sentencia, pero no , era más bien una costumbre. Fui niña en los 70 cuando todas recibíamos muñecas y un juego de té. Fui rebelde y jugué a todo lo que pude; mi generación gozó de la lluvia , la calle, los parques, la tierra de las casas en construcción, etcétera, y, en particular las niñas de mi tiempo, la llegada de Barbie .
La marca mexicana Lili Ledy fabricó su propia línea de muebles y muñecas basados en la que surgió en 1959 creada por Ruth Handler, dueña de la marca Mattel. Yo tuve la amazona, una muñeca llamada así porque tenía su caballo. Para entonces algunas niñas tenían una auténtica Barbie, que sólo se conseguía en EEUU, no en México. Una niña de mi cuadra tenía una, era superdelgada, con enormes ojos azules y cabello rubio brillante, que venía con accesorios y demás.
No sabría explicar su encanto, pero llegó para conquistarnos. Le pedí a mi mamá que me comprara una con su proveedor, la famosa Doña Tere, mujer dedicada a cruzar la frontera entre México y EEUU para regresar cargada de chucherías americanas; le traía de todo, sábanas, toallas, perfumes, etcétera. Esta vez llevaba un encargo especial, traerle una Barbie a Marivelia.
Recuerdo asomar la cabeza detrás de pared, había regresado Doña Tere con los encargos de mi mamá. Cuando sacó la muñeca sentí una profunda tristeza, había llegado con una imitación. Eso sí, venía con un sombrero y vestido hermosos, pero no era una Barbie original. Si pudiera escucharse el crujido de algo que se quiebra, mi alma se hizo cachitos, mi mamá me entregó la muñeca y tuve que fingir alegría para no hacerla sentir mal.
México abrió sus puertas al mercado internacional, el negoció de la fayuca terminó. Por fin un diciembre mi mamá se peleó con una señora porque había puesto dos muñecas iguales en su carrito, y ella le “robó” una. Eran dos iguales, una para mi hermana y otra para mí, y ya no había más en el estante. Llegaron esa Navidad y desde entonces siempre pedí artículos de Barbie en mi cartita navideña. Hasta la fecha veo cosas de la Barbie y me detengo a mirar , y siento esa alegría que experimenté de niña.
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*Comunicadora