Tepic no es Hollywood

Vender "Teorías de Conspiración" para efectos de Nómina

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Por Enrique Hernández Quintero | Exclusivo Meridiano

La venta de “Teorías de Conspiración” es una buena opción para mantenerse en la esfera pública esperando algo más que aplausos de los personajes del círculo rojo.

Claro, debe ser uno consciente de que las conjeturas domingueras no pasan de un millar -cuando mucho- de lectores (es “Opinión publicada” no “Opinión pública”). Desde hace décadas entendí que el consumidor de noticias en México lo que menos busca son las columnas políticas o artículos de fondo. Parte del secreto de influir en los detentadores del poder es hacerles creer que lo que uno redacta llega al último ejido o seccional de Nayarit. Patrañas.

INTRIGA POLITICA PARA DUMMIES

Al estilo de Mel Gibson en “El Complot” (1997), últimamente me he enterado de bizarros escritos sobre confabulaciones tan oníricas como incomprobables. Yo lo hice años ha, lo confieso. A veces las publicaba, otras las soltaba en alguna ronda de golf o al calor de los cócteles con los poderosos.

Merced a esas faenas creativas, obtuve preciados beneficios durante sexenios. Me considero un experto en el tema. Soy fan de lo verosímil sobre lo verdadero: basta que un dato sea creíble para circularlo, aunque sea falso. El tema de la postverdad me subyuga intelectualmente. Hoy veo a algunos amanuenses de ocasión haciendo sus pininos en la intriga política con un candor que enternece.

Si me permiten un consejo, les diré que no se conformen con las palmaditas en la espalda. Que vayan por algo más: alguna iguala como asesor, una candidatura o un cargo bien remunerado. Y que lo hagan pronto, antes de sus mecenas descubran que tales entregas carecen del más mínimo efecto plebiscitario; no mueven una décima de punto en las encuestas.

En la película precitada, las deducciones imposibles del taxista resultaron ciertas e incómodas para la jerarquía de Washington. Los ejercicios autóctonos, en cambio, resultan francamente risibles; material inocuo para efectos legales y político, pero -eso sí- detonantes del llamado “salario psicológico” al que son (somos) tan afectos los eternos antesalistas de las oportunidades bien remuneradas.

Tepic no es Hollywood pues.

Réplicas a @ehq en X

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