Virtud y pecado. La mentira puede ser ambas cosas. Depende del lado que se esté, quién lo haga y los fines que se persigan. En un extremo, el arte; en el otro, la inmundicia. La literatura y la cinematografía tienen un alma embustera, que se premia con un Nobel o un Óscar. Se lee una novela o ve una película con la complicidad entre el mentiroso y el crédulo. La otra profesión de la mentira, la política, engaña cínicamente, daña al destinatario. Y ahí es la madre de todos los vicios: el robo y la traición. Así, los tres mandamientos de la 4T se encierran en uno: no mentir. Como para efectos de mnemotecnia los diez de la ley de Dios se encierran en dos. Lo que bien se aprende no se olvida.