Ningún ser vivo debería prolongar su vida a costa de una dolorosa agonía. En ciertos momentos la muerte digna es el más grande y sagrado derecho. El dolor de quienes le aman no justifica su negación. Menos aún la voracidad de la industria hospitalaria. Es la ortotanasia la respuesta correcta de los profesionales de la salud, que deben suspender por inútil todo tratamiento y limitarse a paliar los dolores físicos y emotivos. Ayudar a morir es entonces la tarea más importante de la vida, el adiós perfecto para el que se va y el que se queda. ¿Costará mucho una ejemplar ortotanasia para el PRI? El espectáculo peleándose la camilla del moribundo da pena ajena, de verdad. ¡Tanta gloria y poder en su pasado, que merece dignidad y respeto en su última exhalación!