Desde el anuncio en 2016 de la inclusión del surf en los Juegos Olímpicos, una ola de alegría se desató en las playas de todo el mundo. Para muchos jóvenes amantes de las olas, esta noticia representó mucho más que una simple inclusión deportiva; fue un reconocimiento largamente esperado para un deporte que, durante años, fue injustamente estigmatizado.
El surf, al igual que el skate y el breakdance, ha sido percibido erróneamente como una actividad de vagos, más un pasatiempo que un deporte serio. Sin embargo, la inclusión de estas disciplinas en los Juegos Olímpicos desde el 2020 (el breakdance apenas debutó en París 2024) demuestra que estas percepciones están cambiando. Estos deportes no sólo son legítimos, sino que también tienen el poder de inspirar y transformar vidas.
En México, el surf ha sido una pasión compartida por muchos, especialmente en regiones costeras como Colima, Guerrero, Jalisco y Nayarit que son potencias nacionales en este deporte.
A pesar de la popularidad del surf en estas áreas, no fue hasta 2019 que la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) oficializó su inclusión en los Juegos Nacionales. Este reconocimiento permitió que el surf se practicara de manera organizada, lo que eventualmente llevó a la representación mexicana en el escenario olímpico.
Alan Cleland, un joven de 22 años de Boca de Pascuales, Colima, ha hecho historia al ser el primer surfista mexicano en representar al país en las Olimpiadas. Su participación en los Juegos Olímpicos no sólo es un logro personal, sino un paso importante para todo México. En su debut, Cleland mostró su tenacidad al enfrentarse al destacado surfista estadounidense John Florence, quien esta de más decir que es el favorito y, aunque no logró superar a Florence en la primera ronda, demostró su capacidad y determinación al avanzar en el repechaje de la segunda ronda.
Cleland, con una actuación impresionante, en su segunda ronda logró una puntuación de 15.17 puntos, superando al español Andy Criere. Aunque su viaje olímpico terminó en los octavos de final ante el francés Joan Duru, su participación fue un paso significativo en el camino del surf mexicano. La valentía y el espíritu competitivo de Cleland deben ser celebrados, repito, no sólo como un logro personal, sino como una muestra del potencial que México tiene en este deporte; hay que tomar en cuenta que se enfrentó a lo mejor de lo mejor en la justa deportiva internacional más grande.
Esta historia es un testimonio del talento y la dedicación que existen en nuestro país. Colima, Guerrero, Jalisco y Nayarit son regiones con un enorme potencial para producir surfistas de clase mundial. Nayarit, en particular, ha demostrado su dominio en los Juegos Nacionales, ganando títulos consecutivos y estableciendo varios récords nacionales.
La experiencia de Cleland debe ser un llamado a todos para apoyar y nutrir a nuestros atletas. México siempre ha tenido potencial; lo que a menudo falta es el apoyo y el reconocimiento necesarios para que nuestros deportistas alcancen su máximo rendimiento. El surf, al igual que otros deportes emergentes, tiene el poder de poner a México en el mapa deportivo mundial. Con el apoyo adecuado, no hay límites para lo que nuestros atletas pueden lograr.
La participación de Alan Cleland en los Juegos Olímpicos es más que una simple competencia; es un símbolo de esperanza y potencial para el surf mexicano. Debemos celebrar sus logros y continuar apoyando a nuestros atletas para que México pueda seguir brillando en el escenario deportivo internacional.