No puede haber crisis de partidos sin partidos. Todo mundo lo sabe, no puede haber estofado de liebre sin liebre. Lo que vemos que ocurre con el PRI es consecuencia de la nula vida orgánica, estatutaria, programática, de esas siglas. La defunción de lo que quedaba de PRD, no extraña si nos atenemos a la ausencia de vida interna de esas otras siglas.
A mediados del siglo XIX, Mariano Otero ponía en duda la unidad nacional si no había nación. Ahora, sin partidos, no puede haber crisis de partidos. ¿Ante que estamos entonces? La respuesta es dura. Seguramente que no estamos ante el inicio de una nueva época, sino ante un desplazamiento del centro de gravedad.
¿Qué procede en las actuales circunstancias?, ¿qué debe cambiar? Otra vez, dura la respuesta: debe cambiar todo y en serio. No debe quedar ladrillo sobre ladrillo. Quienes se asustan con los cambios que se promueven, no saben que existe una línea de pensamiento que se muestra mucho más radical.
I. ¿Cuáles son las leyes o reglas que rigen, que determinan la conformación de las élites? Para responder la pregunta es necesario partir de una definición de ‘élite’. El término es de origen francés y significa “escoger” o “elegir”, pero su acepción ha evolucionado a lo largo del tiempo.
II. Elite alude a sectores sociales que por alguna razón escapan de las características del promedio. Elites en la esfera de las artes, en el mundo de la religiosidad, en la academia, en el ejercicio del poder político o económico, etc.
III. Cuando Gaetano Mosca alude a la “élite” se entiende como “clase gobernante”. Wilfred Pareto nos acerca la idea de élite entendida esta como “clase gobernante”, pero incorpora también la idea de élite en segmentos que denomina con el término “clase no gobernante” y que se colocan por encima de la media en diferentes campos de la vida social. Hay al respecto amplia deliberación, aunque para el caso podríamos citar ambas definiciones como las más conocidas y que sirven más para los propósitos que aquí nos ocupan.
IV. Los griegos por su parte, hablaban de aristocracia (el gobierno de los mejores), lo hacían en referencia a una élite, la de los más preparados, con mayor talento, la de quienes poseían mayores cualidades en campos específicos. No se referían a los que tenían el poder económico, que representaban a la plutocracia. No se referían a quienes ejercían el poder político, pues para eso hacían uso de la idea de la oligarquía. Bovero retoma la idea de la aristocracia y nos propone el término caquistocracia para aludir al gobierno de los peores. También los peores pueden ser élite.
V. ¿Qué reglas o leyes rigen la conformación de esas élites? Para responder la interrogante tenemos que remitirnos, por lo menos, a las ideas de Marx y a Ortega y Gasset, al menos. Marx se refiere a la influencia determinante de las bases económicas en la definición de las características de la superestructura. En su momento, Ortega y Gasset nos habla de los mecanismos que conforman una generación, que los malos lectores aún no se han dado cuenta que nada tiene que ver con la fecha de nacimiento o con los arbustillos genealógicos, por lo que privilegia la lógica de la naturaleza política.
VI. Kondratieff, un economista ruso contemporáneo de Lenin pero fusilado por la fuerza del imbecilismo de Stalin, formuló la teoría del ciclo económico largo. En términos muy generales él planteó la existencia de dos fases del ciclo económico: una de expansión y otra de declinación. Ambas con una duración de 20 ó 30 años, haciendo el ciclo largo de una duración cercana a los 40 ó 60 años. Este comportamiento posee implicaciones en la esfera política, en la composición de las élites.
VII. No existe una relación unívoca entre estructura y superestructura. Esto quiere decir, que si bien las bases económicas influyen de manera determinante en la formación de las elites (en el orden de lo ideológico, religioso, político, cultural, etc.), no queda todo ahí. Creo que existe una relación en los dos sentidos y para ello es necesario tener una idea de las élites, de las generaciones y su influencia en la configuración de salidas a los tiempos de crisis.
VIII. Una fase de expansión, en el ciclo “K”, y otra de declinación, posee dos puntos de inflexión o momentos de crisis (de ‘krisis’, separar, decidir, lo que nos lleva a la idea de momento crucial). En el primer caso nos referiremos al “upswing” y en el segundo, al “downswing”. En el punto de quiebre de la fase expansiva, podríamos localizar a una élite que inicia también un proceso de declinación que se sostiene bajo las reglas de la burocracia según Stiftner (la burocracia que posee vida propia); pero hay un momento en el que la salida a la fase de estancamiento-recesión, en la esfera política, solamente puede darse como consecuencia de profundas transformaciones en la composición de la clase política.
IX. Conviene pensar, igualmente, que a una fase expansiva en el plano político le sigue una fase de declinación. ¿Cómo se determina y cómo se puede caracterizar una y otra fase? Así como hay señales que anuncian el inicio de la declinación o el de recuperación en la esfera económica, en el ciclo “K”, creo que hay señales claras que nos pueden orientar respecto al ciclo “K” de la política. Hay ejemplos en la historia, durante los procesos revolucionarios o reformistas. Los niveles de corrupción, los niveles de incompetencia política, los niveles de exclusión, los márgenes de impunidad, la incapacidad de la clase gobernante para ligar crecimiento económico y desarrollo, todo eso, entre otras cosas, puede ser útil para distinguir entre una fase y otra.
X. Ya existen herramientas que nos pueden orientar en la determinación de los niveles de descomposición o de recomposición, según sea el caso, del entramado social y político. La endogamia sin duda contribuye a una mayor decadencia en la esfera política. La exogamia contribuye indudablemente, a la configuración de condiciones propicias para salir de los momentos de crisis, o para al menos frenar el ritmo de declinación y abatir los costos sociales y políticos que puede significar. La endogamia es caquistocracia, el gobierno de los peores; la exogamia es aristocracia, el gobierno de los mejores.
XI. Todo esto nos lleva a la conclusión de que la de configuración de las élites responde a las necesidades de la base económica; pero por otra parte, la presencia y actuación de las élites puede ser factor que contribuya a su decadencia o a la salida de los períodos recesivos. Salir de un periodo de crisis no es (solamente) cuestión de voluntad y de visión, sino de condiciones materiales concretas que respondan a esa exigencia de los tiempos.
XII. La excepción existe. Hay numerosos casos que nos hablan de generaciones enteras, o de casos aislados, que escapan a la férula que imponen las circunstancias. Estas generaciones, o los casos en los que se pone en condiciones de salvación del alma individual, contribuyen tarde o temprano, a momentos de expansión de las formaciones sociales. Hablamos de las generaciones que habitan en el mundo de las ideas, en el mundo de la iconoclasia que echa abajo paradigmas. Aludimos, sin embargo, también y necesariamente, a los profetas qué como Lot, apenas logran salvarse a sí mismos y a unos cuantos más.