Por Aquiles Córdova Morán
Coincidimos con la negativa de López Obrador a calificar de dictaduras populistas a los gobiernos del mundo que han tenido que hacerse fuertes y duros para mantener a raya a la subversión interna y externa (ambas alentadas y financiadas por EE. UU.). Aplicarles a tales gobiernos, sin más, el calificativo de dictaduras, es una perversa manipulación del fetichismo de palabras (también instilado en las masas por la clase dominante) como dictadura, que provoca rechazo y odio instintivos aunque no se sepa con exactitud lo que es una verdadera dictadura. Los manipuladores ocultan maliciosamente que en tales países hay una constitución y leyes emanadas de ella, y que hay democracia, aunque no sea del tipo liberal que ellos desearían.
Los antorchistas reprobamos el aventurerismo y el carácter contradictorio del resto de la política obradorista. Porque es peligroso aventurerismo, ciertamente, desafiar las posibles consecuencias catastróficas de las sanciones por violar el T-MEC, creyendo que basta con invocar el principio abstracto de la soberanía nacional para conjurar el peligro. Si el presidente fuera más serio, hace rato que habría emprendido una política de desarrollo económico autosustentable y la diversificación de nuestro comercio exterior que garantizaran la resiliencia del país ante un peligro como el que hoy nos acecha.
Rechazamos y denunciamos la flagrante contradicción que existe entre la conducta arrogante frente al presidente Biden y el disimulado servilismo que se agacha sin rubor ante Donald Trump y justifica las ultrajantes burlas del mismo patán; en exigir igualdad en la convocatoria a la Cumbre de Los Ángeles y no mostrar la misma o mayor firmeza para demandar el levantamiento inmediato del bloqueo genocida contra Cuba; en abstenerse de asistir a la cumbre de Los Ángeles y luego firmar obsecuentemente todos los “acuerdos” de esa Cumbre que le pusieron delante, al mismo tiempo que permitía que la península de Yucatán se convirtiera en el patio de maniobras del Comando Sur Norteamericano; en invitar al presidente Xi Jinping como orador único en la reunión de la CELAC celebrada en la capital mexicana, y en esa misma reunión proponer la unidad continental bajo la égida de EE. UU. para frenar el crecimiento y el desarrollo de China.
Los antorchistas del país nos preguntamos: ¿es real o fingida la política pretendidamente independiente de López Obrador? De lo que estamos convencidos es de que la élite norteamericana conoce muy bien al personaje que tiene delante y que está dispuesta a seguir tolerando sus desplantes sin sustento a cambio de que nuestros soldados sigan cuidando lo que ya consideran su frontera sur.