Por Salvador Cosío Gaona
Como resultado del hackeo del que fue víctima la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) se ha filtrado información muy delicada que tiene que ver con el desarrollo del gobierno y actividades de quienes lo integran.
En este contexto cada vez surgen nuevas informaciones referentes a la salud del presidente que es el tema que aquí nos ocupa, pero también del horario de trabajo que cumple el primer mandatario nacional, el cual según la información filtrada, concluye todos los días a las 9 de la mañana, es decir, en cuanto termina la conferencia Mañanera.
Todos sabemos que Andrés Manuel está enfermo de venganza, de rencor, de odio, de soberbia, pero también su historial clínico incluye un infarto al miocardio, dos contagios Covid, exceso de ácido úrico e hinchazón de las articulaciones, atrofia tiroidea, hipertensión, flujo insuficiente de sangre (angina inestable de alto riesgo), y repetidos cateterismos. Y si bien es cierto que previo a que salieran a la luz pública las filtraciones del grupo que se hace llamar “Guacamaya”, que con documentos ha evidenciado los problemas de salud del presidente, y éste lo ha terminado por aceptar, aunque se ríe y se burla y pone a Chico Ché para restarle importancia, la realidad es esta: por prescripción médica Andrés Manuel tiene que estar en todo momento bajo supervisión médica ante el alto riesgo de sufrir un nuevo infarto; y por ello su agenda luce en blanco prácticamente todos los días.
El pasado jueves 29 de septiembre, cuando el periodista Carlos Loret de Mola anunció el ciberataque al ejército, en ese mismo momento señaló los ya mencionados padecimientos del mandatario tabasqueño. Lo que no se dijo entonces y que ha surgido recientemente producto de nuevos hallazgos en la documentación extraída de los sistemas digitales del ejército es que, mientras AMLO asegura que todo el día trabaja en beneficio del país, los correos muestran que, después del medio día o por la tarde, el mandatario está obligado a someterse a consultas médicas y terapias, principalmente por el riesgo de infarto, originado por la angina inestable de alto riesgo que le fue diagnosticada el 2 de enero de 2022.
La pregunta que surge entonces es ¿quién tiene las riendas del gobierno? Se sabe que Andrés Manuel es un hombre muy desconfiado y por ello el círculo se reduce a muy pocos personajes que en todo caso debieren ser miembros de su familia.
Y no, no estamos pensando en sus pillos hermanos Pío o Martinazo, pero ¿Acaso Beatriz Gutiérrez Müller, la esposa del presidente, podría ser la mandamás en Palacio Nacional?; No lo podemos saber con certeza, pero ya mostró una autoridad que no se le había visto cuando de manera prepotente y soberbia ordenó que elementos del estado presidencial -que no existe pero si existe-, retiraran de manera indigna al presidente del Congreso de la Unión y de la Cámara de Diputados Santiago Creel, quien caminaba al lado del presidente López Obrador durante la Ceremonia por el 175 Aniversario de la Gesta Heroica de los Niños Héroes en septiembre pasado.
O tal vez Andrés Manuel López Beltrán, el famoso “Andy”, que muy poco aparece en reflectores pero de quien se dice, desde las campañas solía ser “la mano que mece la cuna”.
Hay quienes afirman que es el mismísimo general Luis Cresencio Sandoval, Secretario de la Defensa Nacional quien está al timón de la nación, lo cual sería aún más grave toda vez que de ser cierto entonces estaríamos hablando de que las fuerzas castrenses tienen un poder casi total del país tomando en cuenta la cantidad de responsabilidades, obras, proyectos, y presupuestos que tienen a su cargo.
Ahora bien, si de descartar nombres se trata, se puede advertir que no son ni el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López ni el canciller Marcelo Ebrard, quienes está tomando las riendas del país, pues ambos se encuentran enfrascados en la lucha por obtener la candidatura de Morena para la sucesión presidencial y su posición básicamente en estos momentos se limita a hacer el mayor ridículo o acto de lambisconería para ganar la voluntad del ejecutivo.
En tanto, pareciere que el país anda suelto, con los cables cruzados, y haciendo corto circuito, porque solo así se puede entender que tras aceptar la renuncia o correr a Tatiana Clouthier, la Secretaria de Economía, quizá una de las pocas áreas que pudieran salvarse del manejo del gobierno, -porque de alguna forma estaba caminando-, su lugar haya sido ocupado por la polémica Raquel Buenrostro, quien procede de un área totalmente restrictiva y persecutoria como el SAT y a poco menos de un mes de su llegada, y en medio de las negociaciones con Estados Unidos y Canadá para solucionar diferencias en materia energética en el marco del T-MEC, sacó la barredora para despedir a los principales funcionarios relacionados con el comercio exterior en la dependencia, entre ellos a Luz María de la Mora, principal negociadora en el marco del T-MEC; seguido de otros movimientos, en una reconfiguración del equipo en el que al igual que su jefe el presidente, procura tener cerca solo a gente de su entera confianza aunque carezcan de los conocimientos para el cargo.
En tanto, para ocupar el lugar de la propia Buenrostro en el SAT, se nombra a un amigo de los hijos del presidente como administrador general, Antonio Martínez, un joven que en su segundo apellido lleva un mal augurio en razón del trabajo que ya ostenta siendo su apellido materno Dagnino (se pronuncia Dañino).
Por otro lado se tiene a la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, “La reina del cash”, (como la bautizaron recientemente tras darse a conocer que es dueña de casonas en Campeche, hoteles, ranchos, gasolineras en Querétaro y playas privadas, compradas al contado y en efectivo), quien no solamente se está dedicando a golpear a gente de oposición como el caso del dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno ‘Alito’, -a quien por cierto ya logró doblar- sino ahora también a gente de su propio partido como el senador Ricardo Monreal a quien está buscando ensuciar y llevar al límite de su dignidad para que renuncie a Morena y sacarlo así de la pelea por la candidatura presidencial a fin de dejarle más libre el camino a Claudia Sheinbaum.
Es evidente que el tema político está en manos del presidente López Obrador; sin duda es él quien ha pedido a Adán Augusto López subir el nivel de confrontación con los gobiernos de oposición, y también es él quien ha entregado a Sansores la información producto del espionaje de Pegasus para atacar a adversarios, o quienes le resultan incómodos.
Las preguntas entonces son: ¿Quién gobierna el país mientras el presidente toma sus terapias? ¿Quién toma las decisiones en tanto la agenda del presidente luce en blanco?
Opinión.salcosga@hotmail.com
@salvadorcosio1