En mis tiempos juveniles había una proporción enorme de compañeros que iban a la escuela pero no estudiaban. Les llamábamos los güevones. Luego egresaban y se metían a la burocracia y no trabajaban. ¡Güevonazos! No dieron golpe en la vida, ni en la escuela ni en el trabajo. Otros ni fueron a la escuela ni encontraron empleo. Ahora, que tan de moda está inventar palabras y conceptos, les llaman los Nini. O sea, aquellos que ni estudian ni trabajan, fundamentalmente por razones sociales y económicas. Los consideran una generación perdida, víctima fácil del crimen organizado. Y hay mucha razón en ello. A mí la que más me alarma es aquella generación, mayoritaria, que teniendo escuela no estudia y teniendo empleo no trabaja. Sus miembros han hecho un daño enorme a este planeta. ¡Enorme!