“Parque lineal”, entre la corrupción y la inutilidad

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Por Ernesto Acero C.

EL DINERO PÚBLICO, ¿EL ABONO DE LA CORRUPCIÓN?

Lo poco que se sabe acerca del costo de la construcción del parque lineal, es que superó los 200 millones de pesos. Y la obra quedó inconclusa. Las dudas acerca del costo se han mantenido a lo largo del tiempo. De la inutilidad de la obra no hay duda: es inservible. Eso ha llevado al Gobernador Miguel Ángel Navarro, a girar las instrucciones pertinentes para que se indague al menos el costo.

La obra, al parecer, debió realizarse de un extremo a otro del libramiento, esto es, desde lo que se conoce como Las Brisas, hasta la salida a Guadalajara. La obra inició a la altura de Las Brisas y prácticamente se terminó a unos cientos de metros del bulevar Tepic-Xalisco, muy lejos de donde debía haberse terminado. De ahí en adelante solamente se puede observar obra que no fue terminada, retacería.

El cuestionamiento sobre su utilidad fue enorme, dado que en realidad lo que se observaba como construcción, era una especie de enorme banqueta al centro de una zona que servía como zona de amortiguamiento para captar los escurrimientos del cerro de San Juan, principalmente. Esos escurrimientos ahora son un problema. Las obras más notorias son aquellas que funcionan como puentes peatonales, entre los que destaca el llamado “puente atirantado”. Este último tramo constituye un monumento a la inutilidad y a la locuacidad que parece haber sido movida por el ánimo de lucro, por el ánimo de obtener ganancias indebidas.

La definición de prioridades nada tiene que ver con los fines sociales que debe mover la determinación de prioridades. Más de 200 millones de pesos es el financiamiento de una obra “monumental” por su inutilidad, que pudo haberse destinado a obras de verdadero impacto social. Verbigracia, se pudieron haber construido cientos de viviendas de interés social, cientos de pies de casa que habrían resuelto el problema de vivienda de cientos de familias. También se pudo destinar ese millonario recurso para construir escuelas o para realizar obras en beneficio del sistema de salud. Se prefirió la vanidad, pero quizá también el interés por ganar dinero de manera indebida, a través de los anchos canales de la corrupción.

En ese mismo orden de ideas, de haberse definido como prioridad el robustecimiento de esa vialidad tan significativa para la capital, pudieron haberse realizado obras de equipamiento de esa arteria vial. Las enormes complicaciones que se observan en la citada rúa, son lo que ocasiona un sinfín de accidentes. No obstante, se prefirió hacer una obra que podría haber generado fuertes ingresos vía corrupción, a quienes la promovieron.

Investigar la utilidad quizá solamente lleve a una condena moral a quienes prefirieron hacer esa (mal)obra. En cambio, investigar los costros que tuvo esa obra, podría llevar a una conclusión que desembocaría, una vez más y para no variar, a hechos de corrupción.

En algunas opiniones obtenidas tanto de empresarios de la construcción, como de ingenieros civiles y especialistas en materia de movilidad, lo que se concluye es que la obra no debió haber representado un costo de esa magnitud. Algunos de los que han opinado al respecto se refieren a empresas y a nombres ligados a actos de corrupción. Uno de los que han opinado al respecto, ha manifestado que “No pudo haber significado un costo de esas dimensiones, si consideramos costos unitarios y de mano de obra, incluida la mano de obra especializada”. En todos los casos de las personas que han opinado al respecto, consultadas para elaborar el presente texto, han coincidido en señalar que “Con esta obra varias personas obtuvieron dinero para su beneficio, pero no por obra realizada sino por el abultamiento de los costos”. La corrupción se asoma al “parque lineal”, según esta perspectiva.

Frente a otros hechos de corrupción, como el saqueo de propiedades a la sombra del Fideicomiso Bahía de Banderas, a la desviación de enormes sumas de dinero obtenidas de bancos mediante líneas de crédito autorizadas por legisladores locales, esto no es nada. No obstante, la corrupción apesta por todos lados en el presente caso, y la utilidad ni siquiera está a debate: la obra es una obra inservible frente a las imperiosas prioridades sociales que están también a la vista de todo mundo.

Esta obra es solamente una muestra de la corrupción que ha llevado a las finanzas públicas a su complicada situación actual y al estado a mantenerse en subdesarrollo crónico. Podría ser también el inicio de una serie de indagatorias que revelen la magnitud de un fenómeno más grande y de un modus operandi que tiene en la impunidad a quienes salieron de la pobreza, para instalarse en la peligrosa mansión de la corrupción.

El gobernador actúa en todos estos casos, movido por lo que la gente le expresa, por el malestar que le ocasionaron a miles de personas los actos de corrupción. La vox populi conoce a detalle nombres y fechas. La gente conoce a los que llegaron al gobierno con las manos en las bolsas, y que al final salieron del gobierno con las bolsas en las manos. La gente conoce a todos aquellos que se enriquecieron por su paso en el gobierno. No hay nada oculto bajo el sol y ni la corrupción más negra, oculta la perversidad de los amantes de lo ajeno.

El parque lineal, desde esa perspectiva, constituye una evidencia de la corrupción, de una corrupción no lineal, sino elevada a la enésima potencia y esféricamente ostensible. Ese parque lineal, sin duda, es la punta de un largo hilo amarrado a largas colas de corruptos. Ese parque lineal es punta de un enorme iceberg que destapará otra cloaca. Muchas de estas últimas ya muestran signos de disentería.

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