El cambio climático requiere de respuestas claras y críticas, que estén basadas en la investigación y que ayuden a motivar a la acción de la ciudadanía para generar un mundo sostenible frente a esta amenaza, es la labor que se ha impuesto Mariana Betzabeth Pelayo Pérez, docente e investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), integrante del programa de periodismo de ciencia “1.5 Grados para salvar el planeta”, en la plataforma digital “N+ Media”, de Noticieros Televisa.
De acuerdo con Pelayo Pérez, aún estamos a tiempo de detener el cambio climático, pero esto no sería posible sin la voluntad de aprender e informarnos, y sin movernos de nuestra zona de confort como consumidores y habitantes del planeta. Esto implica que debemos deshacernos de nuestros estilos de vida consumistas y contaminantes, y emprender acciones colectivas que requieren esfuerzo y procesos de sensibilización sobre los límites planetarios.
En este contexto, la catedrática de la UAN hace un llamado a la conciencia ciudadana para enfrentar el cambio climático, a la vez que expresa su preocupación por el incremento de las olas de calor y sequías, principalmente en nuestro estado durante esta temporada, ya que el riesgo de incendios forestales se vuelve mayor y este fenómeno puede convertirse rápidamente en un desastre ambiental.
El incremento de las altas temperaturas, combinado a una baja en las precipitaciones, incrementa la amenaza de incendios forestales, por lo que la Comisión Nacional Forestal (Conafor) declaró el 15 de enero del 2023 como el inicio de la temporada de incendios forestales, con dicho anuncio arrancó como cada año, una campaña para prevenirlos, en conjunto con los diferentes niveles de gobierno.
Lamentablemente, el 18 de enero de este año, la Conafor entró en paro nacional debido a un rezago importante en la entrega de equipos a los encargados de combatir estos desastres naturales. Esto ha provocado una disminución del número de brigadistas en el país en un 4.45 por ciento, hecho que ha impactado en el resto de los brigadistas de otras instituciones, ya que, al no poseer el equipo adecuado, son menos los que se suman a esta causa.

En el caso de Nayarit, los incendios forestales cada año devoran más terreno, pues tan sólo en el periodo del 2020 al 2022 han incrementado un 329.5 por ciento las zonas siniestradas, según muestran los reportes anuales de la Coordinación General de Conservación y Restauración, lo que demuestra la urgente necesidad de reforzar los protocolos de acción, pues como menciona Pelayo Pérez, “Los tiempos han cambiado y se requiere redoblar esfuerzos para prevenir incendios”.

La escalada de los incendios forestales en el estado, han colocado a Nayarit rápidamente del noveno lugar nacional al sexto en los reportes anuales; actualmente en el monitor de incendios de la Conafor, en el periodo del 17 al 23 de abril, Nayarit se posiciona en el segundo lugar nacional con mayor número de hectáreas siniestradas, y que hasta el momento mantiene tres incendios activos, en Santa María del Oro, en el ejido Zapotanito; el de Del Nayar, en La Escondida, y en el Cerro de San Juan, en la capital del estado; este último incendio ha devorado más de mil 900 hectáreas de flora.

Este incendio tiene muchísima importancia, ya que al encontrarse en la capital del estado afecta directamente a más de un tercio de la población total de Nayarit, pues los días que ha durado el incendio la calidad del aire fue deteriorándose hasta alcanzar una mala calificación, según los estándares de la Organización Mundial de la Salud, debido al aumento de las partículas PM10 y PM 2.5, esta materia particulada de tamaño microscópico se compone principalmente de polvo, cenizas, hollín, metales, cemento, polen, entre otras sustancias de origen antropogénico (es decir que están relacionadas con actividades humanas), por lo que una larga exposición a ellas contribuye al riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y respiratorias, afecciones que se mantienen como las más mortales entre la población, especialmente las respiratorias desde el inicio del Covid-19.

Este escenario no es nuevo, ya que durante el 2022 el cerro de San Juan sufrió tres incendios, “envenenado” a los tepiqueños, por ello, cada que ocurren estos incidentes, es necesario la intervención de todos. La doctora Pelayo menciona que para evitar que un fenómeno natural se convierta en desastre ecológico es necesario una cultura de prevención de riesgo y considerar que los incendios sucedidos en la ciudad deben ser tratados como un problema que atraviesa la política y salud pública, pero sobre todo expresa la ausencia de una responsabilidad y conciencia ambiental.
Pelayo Pérez hace énfasis en la integración del fenómeno del calentamiento global como un actante más que debe ser considerado al momento de implementar protocolos de prevención de riesgos forestales y políticas de ordenamiento urbano, ya que la expansión de la metrópoli, sin estudios previos, puede provocar más desastres a corto y mediano plazo, especialmente por el sobrecalentamiento y las islas de calor que se generan, ya que por décadas se ha priorizado la imagen urbana, el pavimento y el asfalto dominan en el paisaje, generando temperaturas más altas que afectan los ecosistemas, la salud humana y comprometen la sostenibilidad de los servicios ambientales.