Volantín | Paraguay corta hegemonía de la izquierda

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Por Salvador Cosío Gaona

Desde 2018, seis de los siete países más grandes de Sudamérica habían elegido líderes izquierdistas, y los contendientes de oposición habían ganado 16 elecciones presidenciales organizadas libremente, pero los paraguayos rompieron la tendencia el pasado domingo y optaron por mantenerse como el país más conservador a ultranza de aquella región.

 El gobernante Partido Colorado lleva más de 70 años gobernando de forma casi ininterrumpida en Paraguay, donde el pasado fin de semana el oficialista Santiago Peña ganó las elecciones presidenciales y dará continuidad a la hegemonía de los conservadores a pesar de los conflictos internos y las denuncias de corrupción contra el expresidente del país y actual líder del partido, Horacio Carters.

 En Paraguay las elecciones se definen en una sola vuelta, el voto es obligatorio y la reelección no está permitida, por lo que el actual presidente, Mario Abdo, no pudo optar a un nuevo mandato de cinco años.

 Con el 99% de los votos procesados, Peña, del conservador Partido Colorado, sumaba casi el 43% de los apoyos por el 27,4% de Efraín Alegre, que lideraba una coalición de centro-izquierda.

 Alegre admitió la derrota. “La división ha hecho que no hayamos podido llegar al objetivo de cambio solicitado”, señaló. Buena parte del voto de cambio se fue a la tercera fuerza política, la extrema derecha del polémico Paraguayo Cubas, que logró un 22% de apoyos.

 Los observadores internacionales destacaron la “alta participación”, que superó el 63%, mayor que la de las elecciones de hace cinco años.

Santiago Peña es un economista de 44 años que fue ministro de Hacienda en el gobierno del presidente Cartes, director del Banco Central y trabajó para el FMI (Fondo Monetario Internacional). 

Su rival y veterano líder de la oposición fue Alegre, de 60 años y quien intentaba por tercera vez llegar a la presidencia.

 La difícil situación económica que enfrenta el país tras la pandemia y la inflación, así como la corrupción fueron los asuntos centrales de la campaña electoral.

La tradicionalmente estable economía paraguaya, que depende de las exportaciones de soja, carne vacuna y electricidad, creció apenas un 0,2% el año pasado y la inflación fue del 8,1%.

 Peña, cuyo partido ha gobernado el país las ultimas siete décadas con la excepción de un breve periodo entre 2008 y 2013, prometió “más plata en los bolsillos de los paraguayos” mediante la creación de empleos y la formalización de la economía.

Alegre, quien encabezó una coalición de fuerzas de centro derecha e izquierda denominada Concertación Nacional, propuso bajar las tarifas de la electricidad, luchar contra la corrupción y dar un giro a las relaciones del país con Taiwán en favor de China.

Pero esas medidas no sedujeron a la mayor parte del electorado pese a que el poderoso Partido Colorado, también denominado Asociación Nacional Republicana (ANR), llegaba a las urnas golpeado por conflictos internos y las denuncias de corrupción del gobierno de Estados Unidos en contra de su líder y expresidente Cartes (2013-2018), gran valedor de Peña, que le agradeció el triunfo.

 Estados Unidos acusó y sancionó en enero a Cartes por “corrupción desmedida que socava las instituciones democráticas”.

Las acusaciones quedaron, sin embargo, en un segundo plano en la contienda del domingo y el Partido Colorado volvió a resultar vencedor aprovechando el sistema paraguayo.

 El triunfo de Peña hace que Paraguay se mantenga como único país de Sudamérica que seguirá reconociendo a Taiwán.

En campaña, Alegre criticó las relaciones de Asunción con Taipei y expresó la posibilidad de establecer lazos con Pekín.

China considera a Taiwán una provincia rebelde y defiende que la isla no tiene derecho a establecer relaciones de Estado a Estado, una posición que exige que asuman los países con los que abre relaciones diplomáticas.

Pero Paraguay es el único aliado diplomático de Taiwán en Sudamérica —uno de los 13 que restan en todo el mundo— y este vínculo ha adquirido una dimensión peculiar en tiempos de tensión entre China y la isla y de crisis derivada de la guerra en Ucrania.

Por ello, la embajada de Taiwán en Paraguay felicitó este domingo a Peña por su triunfo.

La construcción de un candidato

El día que estrenó su papel como ministro de Hacienda, Peña seguía siendo parte del opositor Partido Liberal. Fue recién en 2017, después de 21 años, cuando pasó a integrar las filas del Partido Colorado.

 Hasta 2015, Peña era un cuerpo extraño en la política nacional. 

Economista por la Universidad Católica de Asunción, en donde dio clases de Teoría Financiera y Teoría Económica, en 2001 viajó a Estados Unidos para cursar una maestría en Administración Pública en la Universidad de Columbia, Nueva York.

Peña integró en 2009 el equipo del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington, donde dirigió el vínculo del organismo con África. “En esos años me generaba un gran impacto el potencial que yo veía para mi país desde afuera”, dijo a la prensa antes de las elecciones internas del partido. 

 Durante una década fue parte del Banco Central del Paraguay, primero en el área de Investigación Económica y luego como director, pero tuvo que esperar a 2015 para empezar a jugar en la política nacional. 

“Peña es una persona que se presenta como tecnócrata, un especialista en economía de alto nivel. La pregunta es si eso puede compensar la falta de capital político”, dijo a BBC Mundo Magdalena López, doctora en Ciencias Sociales y coordinadora del Grupo de Estudios Sociales sobre Paraguay de la Universidad de Buenos Aires. 

 Desde una mirada opuesta, José Duarte Penayo, doctor en Filosofía e hijo del expresidente colorado Nicanor Duarte Frutos, afirma que “Peña nace del fracaso del proyecto reeleccionista de Cartes”, en referencia al intento frustrado del expresidente en 2017 de modificar la Constitución para habilitar la reelección.

 Hace seis años, Peña dijo que sintió que era momento de “bajar a la arena electoral para hacer más” y renunció a Hacienda para postularse como precandidato a presidente de Paraguay. En las internas del partido de 2017, Peña perdió ante Mario Abdo, al que ahora sustituirá en la presidencia. 

 En 2018, una vez terminado el gobierno de Cartes, Peña tuvo su primera experiencia en el sector privado. Ese año, pasó a integrar el directorio del Banco Basa, propiedad del Grupo Cartes, el conglomerado empresarial del expresidente que, según el propio Peña, representa un 2% del PIB nacional.

Entre sus fortalezas está haber pasado por la gestión y haber tejido con paciencia durante estos últimos cinco años un perfil público de mayor alcance.

Los retos del nuevo presidente

Mantener una economía controlada y mejorar su desempeño será uno de los principales desafíos del nuevo presidente, que ha dicho que las cifras macroeconómicas del país, elogiadas en el exterior, no son la única medida de la economía. 

Por eso, entre las promesas de campaña está la de responder a las necesidades más urgentes de las personas en condición de pobreza. “Todos los paraguayos deberían sentir esa mejoría, principalmente aquellos más vulnerables”, dijo en campaña.

 También asumirá con el desafío de crear medio millón de nuevos puestos de trabajo. “Crearemos 500.000 nuevos empleos para que mejore la situación de miles de familias paraguayas”, prometió en campaña.

Pero además de la Economía también tendrá que alimentar a partir del 15 de agosto la unidad interna. 

“Va a ser un gran desafío poder lidiar con los parlamentarios colorados en una doble situación: sin autonomía propia y con una división entre Mario Abdo y Horacio Cartes”, dice Pérez Talia.

El mayor desafío empieza al día siguiente de su elección. 

 Así pues, Paraguay le dijo no a la izquierda y decidió mantenerse como el país más conservador de Sudamérica, seguramente después de observar la debacle en Venezuela, la pesadilla que vive Argentina, y los diversos problemas que enfrentan otras naciones que optaron por la izquierda, México entre ellos, que sufre la mayor destrucción de los últimos años. 

 Opinión.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1 

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