Por Salvador Cosío Gaona
Ha salido a la luz pública otro engaño, otra mentira, otra farsa de Andrés Manuel López Obrador. Y es que, ahora ha quedado al descubierto que se negó a usar el avión presidencial que adquirió Felipe Calderón a finales de su sexenio y que Enrique Peña utilizó, no porque le molestara que fuese ostentoso, o porque rechazara el lujo, sino porque está negado a aceptar algo del pasado. Lo digo porque hasta donde se sabe, se ha dado el gusto de no viajar más en vuelos comerciales para desplazarse en aeronaves del ejército que se les conoce como los “Rolls-Royce de la aviación ejecutiva”.
A estas alturas, el presidente tabasqueño se ha ido despojando de las máscaras con que llegó a la presidencia. Una vez arribando al tramo final de su sexenio, sus desplazamientos por el país han comenzado a ser en aviones no comerciales, aunque en esto también existen un par de teorías; una de ellas sería que la gente que coincide con él en los aviones ya no le aplaude, no lo vitorea y no le reconoce su desempeño como lo hacía al principio, siendo que a últimas fechas más bien esos símbolos de simpatía se han venido transformando en reclamos y silbidos en cuanto la gente lo reconoce como compañero de vuelo.
La otra teoría radica en su precario estado de salud, que lo obliga a viajar con mayores cuidados y aparatos en caso de una eventual emergencia como las que ya se han presentado.
Fuentes de la ayudantía presidencial confirmaron a La Política Online que el presidente ya no está cómodo a bordo de aviones comerciales.
En general venía utilizando la flota de Aeroméxico, y por eso ahora prefiere usar los jets Grumman de la Sedena o de la Marina. Se trata de una línea de aviones privados de muy alto handicap al punto que en el sector se los define como los “Rolls-Royce de la aviación ejecutiva”.
El conglomerado Grumman Northrop tiene su sede en Virginia, es contratista del Pentágono y la actual CEO es Kathy Warden, ex funcionaria en los gobiernos de Bill Clinton.
El uso de los jets militares tienen además la ventaja de que hay ahora mayor secretismo sobre los desplazamientos del presidente en los fines de semana. La confidencialidad de esas bitácoras de vuelo es absoluta. Una ventaja que se extiende a toda la familia presidencial.
Esta reciente flexibilidad respecto a la austeridad está permeando en el gabinete. En las últimas semanas se vuelve recurrente que algunos secretarios de estado se desplacen por la CDMX en helicóptero, algo completamente prohibido años atrás y también se conoce que el ex secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández recorre el país en jets privados.
Una investigación de Jorge Cisneros, reportero de Latinus, reveló que, en el último año, los vuelos del Presidente han sido en aviones de lujo a cargo de la Fuerza Aérea Mexicana. La imagen del primer mandatario sentado en aviones con gente común, no se ven más, ni en la propaganda del mismo gobierno, ni en las redes sociales.
A finales de 2022, el presidente enfrentó reclamos de algunos pasajeros en aviones sobre su actuar en el poder. Uno de estos fue reportado por el Diario cuando AMLO se dirigía en un vuelo a Mérida.
Pese a que se mantuvo firme en viajar en vuelos comerciales, AMLO lo ha dejado de hacer según detalla el análisis de Latinus de los viajes del mandatario en el último año. No se sabe si fue para evitar el enfrentamiento con los ciudadanos o para cuidar su estado de salud, pues recientemente, en un viaje de inspección de los trabajos del Tren Maya, la salud del Presidente se vio comprometida y fue trasladado de emergencia a CDMX desde la Base Aérea Mexicana No. 8 de Mérida.
En esa ocasión, el Diario fue el primer medio en reportar un desvanecimiento de AMLO que, días después y pese a que en varias ocasiones fue negado por personal de su gabinete, terminó confirmando el mismo Presidente en un mensaje.
AMLO ha viajado en una flotilla de Jets ejecutivos propiedad de la Secretaría de la Defensa Nacional. Ya sea que viaje desde la CDMX a la Península o a la frontera con Estados Unidos, el mandatario usa aeronaves que antes operaba el Estado Mayor Presidencial.
Las aeronaves en la que suele viajar AMLO son los que tienen la matrícula FAM 3910 y FAM 3915.
Luego de sobreponerse a Covid-19, el Presidente ha continuado sus giras por el país y, en las fotografías en el aeropuerto a su llegada, es común ver aeronaves del Ejército Mexicano.
Latinus afirma que, en cuatro años, el Presidente pasó de publicitar sus viajes comerciales a sus destinos, a ocultar cómo se traslada en los lujosos aviones de la Sedena, lo anterior porque solicitaron en abril del año pasado a la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos que bloquearan los datos de los aviones que usa AMLO.
Por cierto, hay que recordar que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador finalmente logró la venta del avión presidencial TP-01, José María Morelos y Pavón al régimen de Tayikistán en 92 millones de dólares, lo que significó pérdidas millonarias para el erario.
En su momento, el periodista Carlos Loret de Mola acusó que el líder de la 4T en realidad remató la aeronave con un descuento cercano al 70%, pues el valor original que pagó México a la empresa Boeing fue de más de 220 millones.
“AMLO no vendió el avión presidencial… ¡lo remató! Le hizo un 70% de descuento a una dictadura de cuarta para que se lo quedara. Lo estamos exhibiendo ahorita en Latinus”, dijo la noche del jueves 20 de abril el periodista yucateco luego que se anunció el acuerdo con la nación del bloque ex soviético.
El nuevo dueño del José María Morelos y Pavón es el presidente de Tayikistán, Emomali Rahmon, quien lleva 30 años al frente del poder de la nación asiática.
El comunicador recalcó que a esos 220 millones de dólares, más intereses, que pagó México a Boeing, se le deben sumar la millonaria cantidad que costó el mantenimiento mientras este estuvo casi cinco años en tierra.
“Es una pérdida millonaria disfrazada de triunfo” dijo Loret de Mola, quien señaló que el presidente López Obrador se conformó solo con una fracción del costo real en el mercado, pues el interés del mandatario era presumir la venta y cumplir con ello una de sus promesas de campaña más famosas en 2018.
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