Tragedia y suerte de los migrantes

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“El nombre de mi madre era Henriqueta. Mi acta de nacimiento fue en San Blas”

Ernesto Galarza

Por Ernesto Acero C.

CLAROSCUROS DE LAS REMESAS Y LA MIGRACIÓN EN NAYARIT.

La naturaleza nómada o seminómada es concomitante al ser humano. En todo el mundo y desde siempre, las personas se han movido de un lugar a otro de la superficie terrestre. Ese fenómeno suma y sigue. Millones de personas en el mundo abandonan su lugar de origen. Nuestro país, México, así como nuestro estado de Nayarit, no son la excepción de esa dinámica demográfica.

¿Por qué se mueve la gente en el mundo? Las razones pueden ser innumerables, pero se pueden agrupar en tres campos principales (entre otros tantos). Las razones de la migración pueden estar relacionadas con la familia, la seguridad y la economía.

Valga una breve digresión. De Nayarit han salido innumerables personas, como en el caso de Ernesto Galarza en 1913, arrastrado hacia los Estado Unidos por su madre y otros familiares. Otro nombre destacado es el de Francisco Severo Maldonado, que nace en Tepic y sale de estas tierras para jamás volver. Por su parte, Vicente Ortigosa de los Ríos, sale primero a Guadalajara y es formado académicamente en Alemania y se suma como colaborador en el gobierno de Maximiliano de Habsburgo. En Tepic nace Mariana Allsopp González-Manrique a mediados del siglo XIX, aunque finalmente sus restos descansan en Madrid (los de su señora madre, deberían descansar en Tepic, si no se deshicieron de los mismos de manera criminal). Hace poco más de un año, el Papa Francisco, en este último caso, aprobó la declaración de venerable (mayo 2022). De aquí, de las tierras que ahora constituyen el estado de Nayarit, han salido otras figuras relevantes. La lista es casi interminable. Todos ellos fueron migrantes.

Regresando a nuestro tema central. Las personas se mueven de un lugar a otro, para reagruparse en términos familiares. Cuando Un integrante de la familia logra consolidar una posición estable en el lugar de arribo, busca llevar a su familia a su lugar de destino, no en su lugar de origen. Generalmente, si las condiciones económicas y sociales no cambian, el migrante prefiere atraer a su familia a su nuevo lugar de residencia.

Las condiciones de seguridad, de busca de preservación de la integridad física, también son una causa para que las personas se movilicen de un lugar a otro. Ejemplos de esto sobran. En la Europa antisemita, los judíos salieron de ese continente para evitar los campos de concentración nazis. Lo mismo ocurrió con comunistas, gitanos, homosexuales, negros y en general opositores en la Alemania de Hitler. En la misma Europa, en España, durante la guerra civil, miles de españoles salieron de su país huyendo de un régimen militar que se mantuvo durante más de tres décadas.

Los flujos migratorios que se han registrado en oriente medio, prácticamente son la marca registrada en la región. Desde los lejanos tiempos del éxodo y los desplazamientos en busca de la Tierra Prometida, hasta la fecha, millones de personas se ven presionadas por las circunstancias, a salir de sus lugares de origen. Menos es lo que puede uno decir del caso de oriente. La tragedia de la migración en África, es terrible, y en buena medida una herencia de la época colonial que saqueó el continente y que convirtió a los africanos en animales para comerciar con ellos. Toda América Latina es historia de movimientos migratorios, en ocasiones debido a golpes de Estado. Las presiones económicas se suman a lo anterior.

Las razones económicas son prácticamente el principal motor de la migración. Las personas buscan una mejor vida y lo hacen como pueden.

La gente busca una mejor vida y por eso abandona su lugar de origen. Ese es el caso de México, en donde las oportunidades históricamente han escaseado y se suelen asignar de manera caótica. De pronto vemos a imbéciles encumbrados y a personas capaces en la marginalidad.

No obstante, la migración no es una salida sencilla. La migración se enfrenta a las dificultades propias de la persona que se desplaza de un lugar a otro, habiendo enormes distancias entre el origen y el destino. El migrante se enfrenta a la intolerancia, a la marginación, al rechazo, a grandes males derivados de la naturaleza humana.

Nuestro país ha sido expulsor de población de manera relevante a partir del siglo pasado. Primero, los flujos migratorios se registran durante la guerra revolucionaria. En especial, la migración se empieza a incrementar durante la segunda guerra mundial. Luego, los desplazamientos demográficos se profundizan en las dos décadas finales del siglo pasado y las dos primeras de este siglo por razones económicas.

Nayarit tiene dos etapas principales en cuanto a la migración. La primera se registra hasta antes de los setenta y se distingue por hacer de Nayarit uno de los principales estados expulsores demográficos. La segunda es una etapa en la que se intensifica el flujo de migrantes nayaritas con destino a los Estados Unidos. En conclusión, en las últimas ocho décadas Nayarit se ha colocado en la lista de los primeros diez estados con actividad migrante significativa. En esa lógica, en conclusión, son cientos de miles de nayaritas los que han debido migrar.

La importancia de los flujos migratorios es incontrovertible para Nayarit. Solamente el año pasado (2022), los migrantes enviaron a sus familias en Nayarit, casi 15 mil millones de pesos (14,855,640,000 de pesos). Si tenemos en consideración que el Presupuesto de Egresos para ese año ascendió a más de 25 mil millones de pesos (25,081,797,688 de pesos), podemos observar que el flujo de remesas fue equivalente a casi un 60% del gasto público programado para ese año. Solamente en este año, en el primer trimestre, los migrantes han enviado más de tres mil 200 millones de pesos (3,237,040,000) al estado. Esas remesas suelen ser de un monto mensual cercano a los 400 dólares (unos 7 mil pesos, aproximadamente). Esos recursos se destinan fundamentalmente para consumo final o intermedio; de no ser así, las condiciones de pobreza se harían insufribles.

Para Nayarit este flujo de efectivo es decisivo. Se estima que, en el estado, son decenas de miles las familias que se benefician con ese dinero. Las estimaciones más conservadoras señalan que son al menos unas 60 mil familias las que reciben ese tipo ingresos. Otras estimaciones se abren más a la realidad y se refieren a cerca del 45 por ciento de familias accediendo a las remesas. Este último dato nos mostraría un universo más amplio de beneficiarios: si en Nayarit existen 361 mil 270 hogares, quiere decir que las remesas fluyen a unos 162 mil 572 núcleos familiares.

El número de mexicanos en los Estados Unidos se eleva a varios millones. El número de nayaritas, en particular, en los Estados Unidos, alude a cientos de miles de personas.

Esas cifras nos revelan la importancia económica, social y política de las remesas y de la actividad que despliegan los migrantes.

El tema requiere de un análisis profundo y debería motivar un mayor acercamiento con los migrantes y con sus familias. De esto pueden derivar decisiones de gobierno que podrían resultar útiles para construir una sociedad de bienestar en un entorno democrático.

La dinámica migratoria no es necesariamente una tragedia en todos los casos. La migración también puede ser motivada por la busca de otra suerte, de otro destino. En una sociedad democrática la migración debe ser un derecho, no un imperativo trágico.

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