Por Salvador Cosío Gaona
El proceso electoral en México debería ser un momento de debate y participación ciudadana, donde los ciudadanos puedan elegir libremente a sus representantes y expresar sus preferencias políticas. Sin embargo, la intervención de López Obrador, el actual inquilino de palacio nacional de México, en dicho proceso ha sido una clara afrenta a la democracia y la pluralidad.
Desde el inicio de su mandato, López Obrador ha demostrado una clara tendencia a utilizar su posición para favorecer a su partido político, Morena, y a sus aliados. A través de discursos populistas y manipulación mediática, ha intentado polarizar a la sociedad y desacreditar a aquellos que no comparten su visión política. Esta estrategia ha socavado la confianza en el proceso electoral y ha generado un ambiente de confrontación y división en el país.
Uno de los aspectos más preocupantes de la intervención de López Obrador en el proceso electoral es su constante desprecio hacia las instituciones democráticas y su falta de respeto hacia los órganos electorales. Ha cuestionado repetidamente las decisiones del Instituto Nacional Electoral (INE) y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), acusándolos de estar al servicio de intereses oscuros y de conspirar en su contra. Estas acusaciones infundadas debilitan la credibilidad de las instituciones y ponen en riesgo la estabilidad democrática del país.
Además, López Obrador ha utilizado su plataforma presidencial para promover a su partido y sus candidatos, incluso durante la llamada “mañanera”, una conferencia de prensa diaria que debería ser un espacio para informar a los ciudadanos sobre asuntos de gobierno. En lugar de cumplir con su deber de neutralidad y gobernar para todos los mexicanos, ha aprovechado estas conferencias para promocionar a su partido y denigrar a sus adversarios políticos. Esto representa un abuso del poder presidencial y una clara violación de la equidad en el proceso electoral.
Las mañaneras, esas conferencias matutinas que el presidente de México, López Obrador, realiza diariamente, se han convertido en un claro ejemplo de abuso de poder y una intromisión inaceptable en los procesos electorales del país. Lo que en teoría debería ser una herramienta de transparencia y comunicación con la ciudadanía, se ha convertido en un espacio para la propaganda política y la manipulación mediática.
En lugar de utilizar las mañaneras para informar de manera objetiva sobre las acciones de su gobierno, López Obrador las ha convertido en un foro para promover su agenda política y atacar a sus adversarios. Aprovecha este espacio para denigrar y desacreditar a aquellos que no comparten su visión, creando una polarización que solo perpetúa la división en la sociedad mexicana. Estas conferencias se han convertido en una herramienta para imponer su narrativa y deslegitimar cualquier voz disidente.
Además, López Obrador utiliza las mañaneras como una plataforma para influir en los procesos electorales. A través de estas conferencias, promueve a sus candidatos y ataca a la oposición, violando flagrantemente los principios de equidad y neutralidad que deben prevalecer en una contienda electoral. No respeta el derecho de los ciudadanos a tomar decisiones informadas y libremente, tratando de imponer su visión política y asegurar el triunfo de su partido en cada elección.
Es preocupante también la falta de contrapeso y cuestionamiento en las mañaneras. López Obrador evade y desestima preguntas incómodas, mostrando una actitud autoritaria y poco dispuesta a rendir cuentas. Periodistas y medios de comunicación críticos son desacreditados y atacados, lo que pone en riesgo la libertad de prensa y el derecho a la información veraz y plural. Estas prácticas representan una clara violación a la libertad de expresión y un ataque a la democracia misma.
Además, la duración excesiva de las mañaneras y la falta de diversidad de temas abordados son también motivo de crítica. López Obrador monopoliza el tiempo de las conferencias con sus discursos y monólogos interminables, limitando así la oportunidad de abordar otros temas relevantes para la sociedad mexicana. Esta falta de apertura y pluralidad en el espacio público muestra un desdén por las necesidades e inquietudes de los ciudadanos y refuerza la imagen de un líder que solo se preocupa por su propio discurso y agenda política.
Es urgente que se ponga un alto a esta intromisión inaceptable de López Obrador en los procesos electorales y se restablezcan los principios básicos de equidad y neutralidad. Las mañaneras deben ser un espacio para la transparencia, el diálogo y la rendición de cuentas, no para la propaganda política y la manipulación. Los ciudadanos tienen el derecho de recibir información objetiva y plural, y los procesos electorales deben llevarse a cabo en un ambiente de equidad y libre competencia.
Otro elemento preocupante es el uso de recursos públicos para promover su imagen y la de su partido. López Obrador ha utilizado programas sociales y proyectos de infraestructura como herramientas de propaganda, buscando generar lealtades políticas a cambio de beneficios económicos. Esta práctica clientelar pone en peligro la equidad electoral y fomenta la dependencia de la población respecto al gobierno, en lugar de promover ciudadanos críticos y participativos.
Además, López Obrador ha desestimado las denuncias de corrupción y violaciones a los derechos humanos por parte de su gobierno y sus aliados políticos. Ha minimizado y relativizado casos de corrupción, descalificado a periodistas críticos y promovido leyes y reformas que atentan contra los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos. Esta actitud autoritaria y antidemocrática refleja su falta de compromiso con los principios básicos de un Estado de derecho y pone en riesgo la democracia en México.
Es importante señalar también la falta de pluralidad y diversidad en el gobierno de López Obrador. A lo largo de su mandato, ha buscado concentrar el poder en su persona y en su partido, marginando y desacreditando a aquellos que no comparten su visión política. Ha mostrado poco interés en escuchar a los expertos, a la sociedad civil y a la oposición, prefiriendo rodearse de personas afines y leales a su proyecto político. Esta falta de apertura y tolerancia debilita el tejido democrático y limita la capacidad de encontrar soluciones consensuadas a los problemas del país.
La intervención de López Obrador en el proceso electoral mexicano es una clara afrenta a la democracia y la pluralidad. Su desprecio por las instituciones democráticas, su abuso del poder presidencial, el uso de recursos públicos para promover su imagen y la de su partido, su desestimación de la corrupción y las violaciones a los derechos humanos, así como su falta de apertura y tolerancia, son señales preocupantes de un liderazgo autoritario y antidemocrático. Es fundamental que los ciudadanos estén atentos y exijan respeto a los principios democráticos, para salvaguardar la democracia y el Estado de derecho en México.
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