Por Salvador Cosío Gaona
El fiscal especial que investiga la presunta participación de Trump en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 y sus intentos de falsear el resultado de las elecciones que perdió frente a Joe Biden le ha informado de que es “un objetivo de la investigación”. Esa expresión significa que los investigadores han conseguido pruebas que vinculan a una persona que era “sujeto de interés” a uno o varios delitos. Es, más o menos, el equivalente a ser declarado “sospechoso”.
Ser “objetivo de la investigación” no es sinónimo de ser imputado. Pero sí lo es de tener muchas probabilidades de serlo. El mes pasado, Trump recibió la carta apenas tres días antes de ser formalmente acusado en un juzgado de Miami por la retención de una serie de documentos secretos de la Casa Blanca.
Al igual que entonces, ha sido el propio Trump quien ha informado de la recepción del documento de la oficina del fiscal especial Jack Smith, que investiga el asalto al Capitolio y los intentos de Trump de alterar el resultado electoral. Y, al igual que en aquella ocasión, Trump aderezó la información llamando “enloquecido” a Smith, y escribiendo “Departamento de Injusticia” en referencia a la unidad del Gobierno que se ocupa de la lucha contra la delincuencia.
Trump ya ha sido imputado por dos presuntos delitos: fraude de la financiación de su campaña en el pago de 130,000 dólares a la actriz pornográfica Stormy Daniels y por la retención de secretos de Estado. El primero de los casos es del Estado de Nueva York, mientras que el segundo lo es del Estado federal, lo que comporta una mayor gravedad de las acusaciones. De ser imputado por el asalto al Congreso y las elecciones, también sería un caso federal.
Las imputaciones han sido decisivas para que la popularidad de Trump en las elecciones de 2024 se dispare, tal y como él mismo ha afirmado. El ex presidente también está siendo investigado en el estado de Georgia, de nuevo por los intentos de falsear el resultado electoral de 2020.
Así lo afirmó el propio presidente en junio, cuando declaró que, tras su imputación en el caso de los documentos, recibió siete millones de dólares (6,2 millones de euros) en donaciones. Poco después, afirmó en un mitin que “cada vez que me procesan, mi popularidad se dispara”.
El análisis de Trump es correcto. Su ventaja en las encuestas republicanas es absoluta. El único candidato que podría tener alguna remota posibilidad de hacerle sombra, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, está viendo cómo su campaña se colapsa por la escasez de aportes económicos.
La semana pasada, la campaña de DeSantis dio el mayor signo de debilidad posible: anunciar una reducción de personal. Por ahora, solo hay un candidato que supere claramente a Trump en intención de voto y; sobre todo, en recaudación: el presidente, Joe Biden.
El control casi absoluto de la base por Trump también le ha permitido liderar el Partido Republicano, cuya dirección sigue siéndole hostil. Ayer, el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, declaró tras la noticia de que Trump es “sospechoso” que la actitud de la Justicia se debe a que ésta “ha sido transformada en un arma” al servicio de Joe Biden.
McCarthy no solo se olvidó de clarificar que Trump es líder solo entre los republicanos, sino también de sus propias declaraciones después del asalto al Capitolio, cuando afirmó que “el presidente es responsable de este asalto”. La representante de ultraderecha Marjorie Taylor Greene añadió que “Estados Unidos es peor que China” en lo que se refiere a libertades.
La jueza Aileen Cannon, que dirige la instrucción del juicio contra el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por su retención de documentos secretos después de dejar el cargo, ha fijado la fecha del juicio entre el 20 de mayo y el 3 de junio de 2024. La decisión es salomónica. No será en diciembre, como había pedido la fiscalía; pero tampoco quedará para después de las elecciones del 5 de diciembre, que es lo que había reclamado la defensa de Trump.
Cannon, que fue nombrada para el cargo por Trump y tuvo una actuación favorable al ex presidente durante la investigación que ha llevado al juicio, ha fijado, así, la vista oral justo al final de las primarias para la elección del candidato presidencial del Partido Republicano a la Casa Blanca. A finales de mayo o principios de junio ya se suele saber quién va a ser el ganador, con la sola excepción de años en los que la campaña es extremadamente reñida. Las primarias republicanas concluyen el 11 de junio.
En 2008, cuando se produjo una batalla épica entre Hillary Clinton y Barack Obama por la nominación demócrata, el segundo solo alcanzó el número de delegados necesario para ser matemáticamente elegido, precisamente el 3 de junio, que además fue el último día de las primarias. En 2016, fue el 27 de mayo el día en el que Donald Trump logró la cifra mágica que le permitiría ser candidato.
La gran diferencia es que en 2024, Donald Trump parte como clarísimo favorito, con una ventaja de más de 30 puntos en relación a su más inmediato rival, el gobernador de Florida, Ron DeSantis. Por tanto, parece muy probable que cuando empiece el juicio la campaña esté más que decidida. Ése es un punto favorable al ex presidente, ya que las sesiones pueden ser negativas para su imagen, toda vez que no ha sido capaz de explicar por qué se negó a devolver esos documentos, entre ellos varios clasificados de alto secreto relativos a sistemas de bombas atómicas de países aliados y, también, a la vida personal de otros líderes mundiales.
Incluso aunque fuera condenado a cárcel, Trump podría presentarse a las elecciones y ser presidente. En ese caso, tendría dos opciones: dirigir el país desde una celda o, lo que se da por hecho, perdonarse a sí mismo, con lo que no solo saldría en libertad, sino que el delito sería expurgado de sus antecedentes penales, como si no hubiera existido nunca. En todo caso, se da por hecho que el equipo legal del ex presidente continuará batallando por el aplazamiento del juicio.
@salvadorcosio1