Breverías | El mismo Duque

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El Duque, perro sin pedigrí, fue tratado por Esther con el mismo sentido democrático con el que crió a sus hijos: lo mismo se le servía un plato caliente de la cazuela familiar, que se le daban responsabilidades domésticas como sacar la bolsa de la basura. Cierto día estaban todos listos para irse de día de campo, los canastos tibios y las aguas frutales en la camioneta. Víctor, el padre, dormía y nadie se atrevía a despertarlo. El Duque lo hizo con el cuidado del caso, lamiéndole la cara. La camioneta se negó a arrancar, así que bajó la muchachada a empujarla. Sólo se puso en marcha cuando el can bajó, por imitación o solidaridad, a ayudarlos. De haber vivido hoy,  El Duque hubiera sido ídolo de Youtube. Porque era un perro ocurrente.

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