¿En qué estamos fallando? A menudo me hago esa pregunta al observar noticias como la de Asaid, un joven de 14 años que apuñaló a su maestra, Patricia Burciaga, en una secundaria en el estado de Coahuila. El video que circula en los medios y las redes sociales es desgarrador, pero sólo muestra una pequeña parte de la situación.
Estos problemas se asemejan a un cubo de Rubik, donde cada cara puede tener innumerables configuraciones. Asaid atacó a su maestra, y eso es un hecho que no podemos ignorar. Sin embargo, ¿qué hay detrás de este acto? Muchos dirían que el niño tenía problemas, que necesitaba ayuda, entre otras cosas. Pero la versión que presentó Ciro Gómez Leyva en su noticiero nocturno nos ofrece un entramado diferente de la historia. Según esta versión, la maestra le dijo a Asaid “además de ser feo, eres pobre”, todo porque Asaid, originario de Veracruz, le pidió una engrapadora para arreglar sus tenis rotos; es necesario mencionar la procedencia del joven, todo para ampliar el contexto.
Imagina vivir en otro estado, tener que migrar debido a que tus padres no encuentran trabajo y ser de escasos recursos. Llegas a una escuela donde todos se burlan de ti por tener un acento y aspecto diferentes, ya que sus padres no les enseñaron a respetar la diversidad y a no juzgar a nadie por su apariencia. Quizás eres uno de los aproximadamente 11.5 por ciento de los menores de 5 a 17 años que tienen que trabajar para sobrevivir, por lo que asistes al turno de la tarde para laborar por las mañanas. Tus tenis rotos son un símbolo de tu arduo esfuerzo para ayudar a tu familia y solicitas apoyo a tu profesora, con una engrapadora, para que tus tenis rotos no sean motivo de burla por parte de tus compañeros, y lo primero que escuchas es “además de ser feo, eres pobre”. No sé cuánto tiempo Asaid soportó frases como esta de su maestra. No justifico su comportamiento, está claro que estuvo mal, pero como mencioné, esto es sólo una faceta de un problema más complejo, una parte más de la cara de un cubo Rubik.
Los padres de familia habían presentado quejas constantes sobre la maestra, alegando que discriminaba mucho a los alumnos. La maestra Patricia Burciaga tiene 59 años; desconozco cuánto tiempo ha estado enseñando, pero ¿dónde quedó el respeto hacia sus alumnos? ¿Por qué insultarlos? Especialmente a Asaid y su difícil situación. Si la maestra no tenía una verdadera vocación docente, ¿por qué continuaba dando clases? Quizás la necesidad de empleo y un ingreso seguro la mantenían ahí, al igual que a muchos mexicanos que temen cambiar de trabajo por miedo a lo desconocido, soportando malos tratos, jornadas agotadoras y a veces, un trato inhumano. Sin embargo, nada justifica denigrar a un alumno, a un niño de 14 años que se encuentra en una etapa muy difícil que comienza a experimentar muchísimos cambios, tanto físicos como emocionales, al que se debería guiar para lograr cosas grandiosas y no humillar por ser de otro lugar, hablar diferente y no tener recursos.
¿Qué ocurre con la escuela? ¿Cuántas peticiones de los padres fueron ignoradas? ¿Cuántas quejas sobre la maestra quedaron sin respuesta? ¿Cuántas veces se habló con la maestra sobre su actitud discriminatoria hacia Asaid y quizá otros alumnos? Si Asaid denunció a la maestra ante los directivos, ¿le creyeron a él o a la maestra? Son muchas preguntas y pocas las respuestas que se dan, no sólo en este caso, ¿Cuántas situaciones parecidas no se han visto en las noticias? Algo nos está pasando como sociedad, reclamamos a los maestros por actitudes de nuestros hijos en lugar de preguntarles a ellos el porqué de esa situación, o en lugar de hacer retrospección de lo que nosotros estamos haciendo por nuestros hijos, es común echarle a alguien la culpa por errores que no queremos aceptar, al final el vaso de varios se llenó y obviamente se desbordó. Todos actuaron mal, padres, maestros, directivos, etc., insisto esta situación es como un cubo de Rubik en el cual, cada movimiento puede cambiar todo.
Por qué digo todo esto, sencillo, en algún punto de mi vida pude haber sido Asaid, sufrí bullying de parte de mis compañeros, no contaba con muchos recursos, llegue a ir muchas veces a la escuela con zapatos rotos y remendados, me avergonzaba de eso, tanto, que iba a dejar de lado mi participación en un concurso de lectura, pero a diferencia de Asaid, alguien me brindó ayuda en el momento que lo necesité, el profe Raúl Alvarado Vázquez me preguntó porque no quería asistir a ese concurso, yo ahogando mis lágrimas, me limité a decir es que no quiero, el insistió con su pregunta y no me quedó de otra más que decirle la verdad, no tengo zapatos para ir, están rotos, al día siguiente, él llegó con un par de zapatos nuevos para mí, el 12 de marzo de 1999 regresé a mi casa, orgulloso con el primer lugar en el Concurso de Lectura de Calidad, el profe Raúl me enseñó a no detener mis pasos por un par de zapatos, pero esos zapatos, no, ese gesto suyo me dio la confianza que necesitaba para seguir, para continuar mi andar.
En verdad, muchos no creen que un simple gesto puede cambiar tantas cosas, hasta memes hay y aun así no lo creen. Ahora imagínense que la maestra Patricia Burciaga le hubiera dado unos tenis nuevos a Asaid…