Por Ernesto Acero C.
El gobierno que preside el doctor Miguel Ángel Navarro, recupera el poder para el pueblo. El pueblo nayarita, que había siso saqueado y peor, víctima de persecuciones y violencia de Estado, regresa al ejercicio del poder público. Los elementos para avanzar en la construcción y consolidación de una sociedad abierta, democrática. Están garantizados por el mandatario estatal.
Un gobierno abierto podría ser definido como gobierno sujeto a las reglas de la democracia. Se trata pues de un gobierno tolerante, que no solamente reconoce, sino que promueve la pluralidad, la diversidad enriquecedora. Se trata de un gobierno que construye consensos, de un gobierno que no solo respeta el disenso, sino que lo atiende y lo suma, no lo sume ni en el silencio, ni en el olvido.
La noción de un gobierno abierto puede tener sus orígenes en las tesis de la sociedad abierta. Las tesis de la sociedad abierta son producto del pensamiento de Henri Bergson, Bertrand Russell y Karl Popper, entre otros. De manera extremadamente reduccionista (enviando el cerebro de vacaciones, pues) podríamos asegurar que la sociedad abierta es la sociedad democrática. Una sociedad democrática no es aquella en la que se realizan elecciones, pues las elecciones pueden realizarse en ausencia de la democracia.
La sociedad abierta está sujeta a reglas. Esas reglas, condiciones y precondiciones, son necesarias para que la democracia no sea una simulación con ropajes de procesos comiciales. Igual, el gobierno abierto no es el que difunde datos y oculta la información, que crea aparatos burocráticos que finalmente se convierten en coartadas para presentar como democrático lo que no lo es.
La construcción de un gobierno abierto es todo un desafío y reclama de tiempo, esfuerzo y voluntad a toda prueba. Un gobierno abierto es un gobierno democrático, y para eso se requiere de una sociedad abierta, democrática. Por lo mismo, en ambos casos la formación de ciudadanos es pieza clave para lograr tales propósitos, mismos que siempre serán una obra inconclusa.
En Nayarit no ha sido fácil avanzar en ese territorio. Durante el siglo XX no se logró construir un sistema de partidos, ni una legislación electoral que contribuyese a que las expresiones políticas e ideológicas se organizaren. Esa es una parte esencial de la democracia y por ello, condición insoslayable para que los nayaritas consoliden un gobierno sujeto a las reglas de la democracia.
No ha sido posible para los nayaritas construir un sistema de partidos. Son visibles las intenciones de quienes han echado mano hasta a la Constitución local, en el afán de imponer reglas para satisfacer proyectos personales o de grupo, pero no los de la sociedad en su conjunto.
Avanzar en materia de transparencia no ha sido sencillo y en cambio si podemos asegurar que se ha avanzado lentamente, aunque los procesos de simulación en ese sentido han ido a galope tendido. En materia de rendición de cuentas las cosas no han sido sencillas. La influencia ominosa de las camarillas políticas ha sido determinante para que no se avance al ritmo que la gente reclama.
Los niveles de participación y de colaboración se entorpecen por la ausencia de voluntad en ese sentido y sobre todo porque se suele ceder a la tentación de inducir a favor de intereses personales o de grupo, todas esas acciones. Es por eso el alto nivel de rechazo que se manifiesta de parte de la ciudadanía.
En Nayarit hay un largo y sinuoso camino frente al reclamo por construir una sociedad abierta y un gobierno abierto. Son los enormes desafíos de la democracia los que están frente a todos, no solamente frente al gobierno, no solamente frente a una sociedad que una y otra vez ha visto frustrados los avances en la materia.
El gobierno que preside el doctor Navarro Quintero hace su trabajo en ese plano. El combate a la corrupción, la proscripción de la impunidad, son parte de una acción de un gobierno que recupera la riqueza de los nayaritas. Abrir el gobierno a la sociedad significa recuperar el poder para la sociedad que había sido golpeada, ninguneada y saqueada.