Peloteo | Vocación

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Por Heriberto Murrieta

La torera queretana Paola San Román se recupera de la cornada de tres trayectorias en el muslo izquierdo que sufrió el pasado día 11 en la ganadería de Tepeyahualco.

Después de tres cornadas “cerradas”, esta es la primera “abierta” que recibe en su carrera. El percance requirió de anestesia y laboriosa operación.

Este tipo de situaciones propias del toreo han hecho que aumente su vocación, en un ambiente dominado por hombres. Para darnos una idea de su volumen de actividad, un torero de alto nivel en España torea 40 corridas al año, misma cantidad que Paola ha acumulado en toda su trayectoria desde que recibió la alternativa en Morelia en mayo de 2015.

En entrevista, me asegura que no son los toreros sino principalmente las empresas las que obstaculizan el desarrollo de las mujeres toreras, y no duda en admitir que la imagen del torero se ha devaluado en la sociedad actual.

Paola se desenvuelve sin apoderado, lo cual dificulta la labor de contratación. Por otra parte, están a punto de cumplirse tres años del incendio de diciembre de 2020 en el que falleció su abuela y su tío, y donde ella sufrió quemaduras de tercer grado. “El toreo me sirvió para salir adelante y recuperarme de aquella experiencia, que es lo peor que me ha pasado en mi vida”, dice la matadora de 28 años. “Después del incendio, ya nada fue igual”, acepta con resignación la joven lidiadora.

A pesar de que en algún momento dudo en continuar, San Román ha reforzado su vocación. Sabe que debe volver a pisar el sitio de las cornadas. Y eso implica desafiar a los machos y “apretarse los machos”, como suele decirse en la jerga taurina cuando de intrepidez y arrojo se habla.

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