Por Ernesto Acero C.
La movilidad se transforma paulatinamente en el estado. En especial, lo que ocurre en la capital, Tepic, es de la mayor relevancia dada su conurbación con la cabecera municipal de Xalisco. Hasta ahora, los cambios en la materia han requerido un enorme esfuerzo y decisiones tajantes, contundentes. La transformación está en curso, pero no a la velocidad que desea el mandatario estatal Miguel Ángel Navarro Quintero. Hay pendientes que seguramente se convertirán en prioridades en el corto plazo.
Procesar cambios en la movilidad requiere incorporar numerosas variables que inciden en su desempeño. Esas variables son de naturaleza política, histórica, social y geográfica, principalmente. En el orden político, dada la presencia de organizaciones que controlan las flotillas o bloques de posesionarios de concesiones de gobierno. En lo histórico, como consecuencia de la herencia que Tepic debe cargar como peso muerto en materia de movilidad. En lo social, la variable se asocia con los costos que la movilidad representa para el trabajador, para los estudiantes, para las familias, el desplazamiento de un lugar a otro de la ciudad.
El componente geográfico posee una relevancia del mayor orden. La ciudad y la zona de conurbación con el municipio de Xalisco, se caracteriza por la presencia de elevaciones y vertientes de escurrimiento. Solamente por citar un caso, me puedo referir a la presencia del llamado “Cerro de la Cruz”, que prácticamente se ubica al centro de innumerables colonias populares.
Otra área de elevaciones se interpone entre las mismas colonias que se aíslan por la presencia del cerro de la cruz y la llamada zona de las canteras. Para llegar a las canteras, se requiere desplazarse por el libramiento carretero, por la avenida insurgentes o por la avenida que va “de la mano” con el río Mololoa. Son opciones de desplazamiento, pero no son las rutas más cortas dados los impedimentos geográficos.
La expansión del área urbana de la capital del estado aparentemente obedece a reglas caóticas. En realidad, el crecimiento de la ciudad se ha dado en razón de la misma geografía y características del suelo. Numerosas colonias se asientan en zonas de escurrimiento (de zanjones) o de lo que era el cauce del río Mololoa. Esa variable ha definido en buena medida las características de la movilidad.
Por otra parte, el componente histórico nos puede explicar otras razones por las que la movilidad no es la mejor. El estado, y en especial Tepic, se mantuvieron bajo la férula de carteles del transporte, en especial de uno, la ACASPEN. Esta era una alianza de camioneros que controlaba áreas de gobierno y que se convirtió en un poder fáctico que se atrevió a desafiar al mismo gobierno.
En su momento, siendo gobernador Emilio González Parra, el líder de la ACASPEN José Félix Torres Haro ordenó un paro general de transportistas en el estado. La decisión del que era también Secretario General de Gobierno en esa administración gubernamental, prácticamente colapsó la economía al cegar la movilidad de trabajadores y empleados del sector público.
Una vez más, el líder obrero y entonces gobernador Emilio González, demostró talento y determinación. Fue de tal magnitud la respuesta de Emilio, que de esa manera sentó un precedente y definió un rumbo posible para una viable democratización del transporte y de la movilidad. Molesto con su funcionario, Emilio no destituyó a Torres Haro, sino que ordenó que se permitiera operar como transportista a cualquier persona que tuviera un vehículo. De esa manera, cientos o miles de personas se aprestaron a dar el servicio de transporte, en la modalidad de taxis o de una especie de “combis”. La historia ahí acabó, pero se dejó en la memoria la posibilidad de la democratización del transporte.
En ese mismo orden de ideas, procede analizar la posibilidad de que en el estado se haga presente el sector público como inversionista en el rubro de transporte. Hasta ahora, los particulares no han podido mostrar capacidad de inversión para resolver los problemas de movilidad de más de medio millón de personas que se mueven el área conurbada Tepic-Xalisco. En el otro extremo se encuentran los que tienen capacidad financiera de sobra, pero que con su presencia podrían llevar ahora sí, de la presencia de carteles del transporte al monopolio en ese sector.
La problemática en materia de movilidad posee aristas que tienen solución y otras que obviamente no la tienen. Un aspecto que no tiene solución tiene que ver con la geografía de la ciudad: nadie en su sano juicio se atrevería a proponer cambios en la geografía de Tepic. En todo caso, el río mismo que hora es problema, podría ser parte de grandes soluciones a grandes problemas.
Lo que merece una reflexión profunda y serena, comprometida, tiene que ver con propuestas que sean viables. Una de ellas implica llevar al Estado a invertir no solamente en infraestructura urbana al lado de inversionistas privados. Esto amerita un proyecto de grandes dimensiones, con altura de miras, que contribuya a resolver problemas de contaminación y de elevados costos para las personas en su movilidad. Hay pendientes que tienen respuestas.