Por Fernando y Yuvenia Ulloa
Hoy queremos compartir con ustedes, amigos lectores, el sentimiento que experimentamos recientemente al descubrir que fuimos víctimas de robo.
El pasado jueves nos robaron un vehículo que utilizamos para nuestras labores periodísticas, seguramente usted ha logrado deducir que por ser reporteros, se trata de un carro de modelo atrasado y efectivamente, es un Chevy en color gris modelo 1997 con un valor aproximado de 30 mil pesos.
El robo de nuestra modesta y frágil unidad se llevó a cabo entre 6 y 9 de la tarde noche, del jueves 14 de diciembre minutos después que lo estacionamos a escasos metros de la entrada principal de esta casa editorial.
Pero al darnos cuenta del robo surgió la negación, aparecieron las dudas, a pesar de ello y en automático, mi hija y un servidor comenzamos a caminar por las calles aledañas al lugar donde horas antes habíamos dejado bien estacionado y bien cerrado nuestro automóvil.
Fue precisamente en ese momento cuando descubrimos que las calles del fraccionamiento Las Aves se encontraban en penumbras, porque en esta zona de la ciudad las lámparas no funcionan, pero además, la maleza de los camellones es demasiado alta y eso permite que entre las hierbas se esconda cualquier tipo de delincuente.
Fue alrededor de las 10 y media de la noche cuando descubrimos el robo del super Chevy, mientras lo buscábamos, los automovilistas ajenos a nuestra confusión, al tenernos de frente realizaban el cambio de luces para que nos apartáramos de su camino, por instinto de conservación y en silencio nos movíamos y continuamos buscando nuestra joya automotriz.
Dudamos en llamar al 911, pues teníamos la esperanza de reencontrarnos con la unidad que durante los últimos seis años fue nuestra herramienta de trabajo, pero después de 15 o 20 minutos de caminar por el fraccionamiento Las Aves nos derrotamos, y aceptamos nuestra triste realidad: nos habían robado.
Llamamos al 911 y la operadora que atendió nuestro llamado pidió mi nombre completo y nuestra ubicación, además de las características del automóvil que nos habían hurtado, lo mismo que número de placas, el número de serie del automóvil y señas particulares de la unidad, sólo revelamos la marca de la joya y el color, el resto lo ignorábamos por el momento, la operadora lo entendió.
Luego de quince minutos desde que colgamos la llamada al 911, hasta donde nos encontrábamos llegaron dos agentes de la Policía Estatal nos hicieron las mismas preguntas que la operadora del 911, su voz era pausada y serena, pero la tibieza de los agentes estatales por un momento me desesperó y en algún momento de la entrevista tuve la intención de atacar su investidura como agentes policiacos, pero recordé que ellos al igual que nosotros tienen familia y lo que hacen como guardianes del orden es para lograr llevar el sustento a sus seres queridos, al igual que nosotros, por ello preferí mantenerme en silencio.
Faltaban 20 minutos para las 12 de la noche y todavía nos encontrábamos a escasos 10 metros de donde vimos por última vez estacionado nuestro Chevy, con un gran pesar nos retiramos a casa.
Han pasado más de 24 horas del robo y el Chevy no aparece, la esperanza de recuperar nuestro vehículo se agota, pero entendemos que en esta vida hay cosas que nunca podremos cambiar, confiamos en nuestras autoridades y agradecemos todo su apoyo.