“Dios y el diablo me dieron sus consejos, / que nunca aproveché: / Obvias admoniciones pa’ pendejos / y lugares comunes que ya sé”
Renato Leduc
Por Ernesto Acero C.
Los medios de comunicación han sufrido y sufren de una “democracia autoritaria”. Ahora, a los medios se les suele “recomendar” equidad y neutralidad y hasta un “mismo tipo de lenguaje” en la cobertura de precampañas y campañas. En lugar de sugerir profesionalismo, se opta por proponer lo que no procede ni se hace desde la misma autoridad.
Una democracia autoritaria no es democracia. La democracia autoritaria no es sino un proceso kafkiano que se contrapone a la lógica democrática y hasta a la lógica política. Veamos aquí señales de ese autoritarismo que se suele mercar como democracia: equidad, neutralidad y mismo tipo de lenguaje. Este somero análisis aborda algunos aspectos a guisa de ejemplo, de lo que se denomina “Lineamientos generales que, sin afectar la libertad de expresión y la libre manifestación de las ideas ni pretender regular dichas libertades, se recomiendan a los noticieros, respecto de la información y difusión de las actividades de precampaña y campaña, de los partidos políticos y de las candidaturas independientes del proceso electoral federal 2023-2024, en cumplimiento a lo dispuesto por el artículo 160, numeral 3 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales”. Por su extensión, el mismo título es una majadería. El quid de la cuestión radica en que esos lineamientos no se respetan y en algunos generan un clima de terror.
Analicemos un poco las razones de lo dicho. En cuanto a la equidad, ni la autoridad la garantiza porque la ley misma así la ordena. Para no remitirnos a la letra de la ley, recurramos a los ejemplos. En el rubro de financiamiento, en este año a los partidos se les asignó dinero para el desarrollo de actividades ordinarias, para gastos de campaña y otros conceptos. Al Partido Acción Nacional se le asignaron más de mil 226 millones de pesos para actividades ordinarias. En contraste, al Partido del Trabajo la autoridad electoral competente, le asignó casi 452 millones de pesos, cerca de la tercera parte que lo asignado al PAN. No hay igualdad.
En cuanto al dinero que de conformidad con el Pacto Federal el INE asigna a los partidos para otros conceptos, para actividades específicas y para el liderazgo político de las mujeres, la asignación no es equitativa.
Solamente la cantidad de dinero que el INE asigna a los partidos para ejercerse en franquicia telegráfica y postal, el INE y la ley sí son equitativos. Para franquicia postal, el INE destina a cada conjunto de siglas, la cantidad igual de veintiocho millones trescientos veintisiete mil seiscientos cincuenta y nueve pesos con 75 centavos (28,327,659.75 pesos). Para la telegráfica, cada partido recibe noventa y nueve millones de pesos (99.070.00 pesos).
Otro ejemplo de la ausencia de equidad entendida como igualdad, se plasma hasta en la mismísima Constitución. Se trata del acceso a la radio y la televisión, donde se garantiza a los partidos políticos y a los candidatos independientes acceso a la radio y la TV, en función de la siguiente fórmula: “el setenta por ciento será distribuido entre los partidos políticos de acuerdo a los resultados de la elección para diputados federales inmediata anterior y el treinta por ciento restante será dividido en partes iguales, de las cuales, hasta una de ellas podrá ser asignada a los candidatos independientes en su conjunto” (CPEUM: 41,III,A,c). Aparentemente, la igualdad se reduce al treinta por ciento.
Como podemos observar, tanto en dinero, como en acceso a la radio y la televisión, ni una ni otra cosa se reparten de manera igualitaria a los acrónimos. Los más fuertes, los que ganaron más votos en la última elección, se llevan más dinero. También los más fuertes tienen mayor acceso a la radio y la televisión.
Los candidatos independientes son el mejor ejemplo de la desigualdad, del injusto reparto de los tiempos de acceso a radio y televisión. Para empezar, el 70% del tiempo de radio y televisión es exclusivamente para los partidos con registro desde la elección anterior; esto es, los partidos nuevos no entran en el reparto. Los “partidos más grandes” se llevan la mayor parte: más votos, más tiempos de radio y TV. Los partidos nuevos (y relativamente) los “independientes” entran al reparto solamente en el 30 por ciento restante.
La inequidad constitucional afecta de manera sobresaliente a los “independientes”. Estos no pueden acceder de ninguna manera a la radio o la TV durante las precampañas. Para ellos, esta etapa se dedica a recabar “apoyo ciudadano”, aunque sin acceso a los medios electrónicos. Durante las campañas, el acceso de los “candidatos independientes” a la radio y la TV, es prácticamente simbólico, por no decir que nulo. En esas condiciones nugatorias, las candidaturas independientes son independientes de la lógica democrática.
En un contexto donde la equidad no es sinónimo de igualdad, ¿por qué se “recomienda” a los medios de comunicación que traten igual a los partidos, a los candidatos incluyendo a los independientes?
Por otra parte, ¿por qué se recomienda tratar con neutralidad a candidatos o a los partidos? Esta recomendación se contrapone flagrantemente al principio consignado en el sexto constitucional: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público”. Ahí no se dice que la libertad de expresión deberá ser equitativa o neutral. Eso sí, la libertad de expresión debe ser respetuosa de los límites que impone el Pacto Federal. Si una una persona expresa su preferencia por una idea, por un candidato o por una propuesta, no comete una fechoría. Las personas tienen el derecho de expresar sus ideas, sin lineamientos ni recomendaciones.
En todo caso, lo que procede es hablar de “información imparcial, objetiva, oportuna y veraz del acontecer nacional” (CPEUM, 6,B,V) y plural en cuanto a la apertura a las distintas formas de pensar dado que eso si fortalece “la vida democrática de la sociedad” (idem). Los entrecomillados muestran un tipo de lenguaje constitucional.
Finalmente tratemos el “tipo de lenguaje”. Resulta tanto hilarante como estrafalaria, delirante, destrampada, por lo menos, la recomendación que reclama usar “el mismo tipo de lenguaje”. En el ejercicio de la libertad de expresión o de prensa. La Ley de Leyes no define el tipo de lenguaje como límite. Las personas pueden recurrir a todo tipo de lenguaje para expresar sus ideas, siempre y cuando se respeten los límites que sí define la Constitución Federal.
La democracia autoritaria no procede de ninguna manera. Los lineamientos y las recomendaciones son descaradas formas de violar el texto constitucional. Esas “recomendaciones” no tienen futuro. En materia de libertad de expresión, la línea está claramente trazada por la Constitución. Cualquier recomendación o “lineamiento” que pretenda limitar la libertad de expresión más allá de lo que la Ley Fundamental dispone, constituye un acto criminal.