Por Ernesto Acero C.
Tal y como era de esperarse. Los golpes, los ataques al Presidente López Obrador y al Gobernador Navarro Quintero ya están en el escenario electoral. Se les acusa de todo y por todos los medios. Descubrir a los responsables es relativamente sencillo. Hasta se habían tardado en aparecer esos ataques. Por ahora, la reacción que se requiere es el cierre de filas en torno a los dos representantes populares.
Esos ataques provienen de quienes se sienten afectados en sus intereses personales. A partir de esto, obvia, lógicamente, se debe descartar a una inmensa mayoría de la población. La mayoría de la gente tiene una buena opinión de ambos gobernantes, del Presidente y del Gobernador.
¿Quién se siente dañado en sus intereses personales? Se sienten dañados los que no tienen aquello a lo que suponen que es suyo. Ese sentido de propiedad alcanza cargos de representación popular (en ejercicio o en proceso eleccionario) y negocios con los que aspiran a amasar fortunas del tamaño de su imaginación.
Esos ataques contra ambos mandatarios, contra López Obrador y contra Navarro Quintero, tienen como motor principal la serie de intereses en juego en el proceso comicial en curso. Los ataques contra ambos no solamente eran de esperarse. Los ataques contra ambos siempre han estado presentes en la escena pública.
Los ataques contra el doctor Miguel Ángel y contra Andrés Manuel tienen años presentes en la escena pública. Hay una razón para ello. Tanto el Presidente como el Gobernador, se han manifestado en todo momento a favor de los cambios, a favor de profundas transformaciones. Para avanzar en el camino de los cambios sustantivos, ha sido necesario poner fin a la corrupción en México y en Nayarit a partir de la llegada del doctor Navarro al gobierno estatal. Ha sido necesario recuperar recursos que habían sido saqueados del patrimonio de todos los nayaritas y de los mexicanos.
Lo que se requiere en ambos casos, tanto en el del Presidente como en el del Gobernador, es el cierre de filas en torno a los dos. Ambos han encabezado movimientos para democratizar la vida pública, para erradicar las prácticas de corrupción y para recuperar el patrimonio de los mexicanos, de los nayaritas.
Tanto López Obrador como Navarro Quintero han realizado miles de obras y acciones de gobierno que han elevado los niveles de bienestar de la población. No ha sido sencillo lograr tales objetivos. Por el contrario, ha sido en extremo complicado obtener resultados que sirvan en la vida cotidiana de mexicanos, de nayaritas. Las complicaciones tienen que ver con el reducido margen de maniobra que por la corrupción se había visto envuelta en una espiral de claro empeoramiento.
Los ladrones se sienten ofendidos y lo hacen con toda razón. Los cleptócratas se sienten ofendidos por López Obrador y por Navarro Quintero y tienen razón, porque se les acabó el poder de saqueo y dado que algunos ya andan hasta en plena fuga.
El tamaño de los ataques muestra el mismo tamaño de la furia. Dado que la furia es enorme, también lo son los ataques contra ambas figuras políticas. Esa es la razón por la que se desborda la manifestación hepática contra los servidores públicos. Es por eso que se les acusa con todo el odio del mundo, de cualquier cosa que se les ocurre a las mentes retorcidas.
No tiran la piedra y esconden la mano, sino que tiran la mano y esconden la piedra. Son tarugos. El odio mueve los ataques y los atacantes tiran la mano y esconden la piedra, por clara escasez de inteligencia. Por eso es sencillo dar con los autores de los ataques. Pero tiene poco sentido actuar contra quienes han más uso del hígado que del cerebro. Los que odian, en el pecado llevan la penitencia.
No obstante, no debe pasar desapercibido ese odio. El odio es una enfermedad contagiosa y crónico-degenerativa. Lo que procede es definir estrategia ante el odio.
¿Qué hacer ante tanto odio? Proceden algunas acciones y hasta omisiones. Una omisión consiste en dejar que el odio consuma al actor furioso.
En este caso, la acción que procede consiste en un claro, contundente, rotundo cierre de filas en torno al Presidente Andrés Manuel López Obrador y del Gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero. En ese sentido, la palabra la tiene la operación política. Aquí no procede el dejar hacer, dejar pasar.