Sentarte en una banca de la plaza principal de Tepic es una experiencia única, pues mientras decenas de hombres de la tercera edad comparten sus experiencias de vida, entre carcajadas y fumando tabaco, artistas urbanos entonan diversas melodías del dominio público a cambio de recibir una compensación monetaria por parte de los transeúntes.
En contraste, los vendedores ambulantes ofrecen a los paseantes gelatinas, frituras y dulces, entre los que destaca el iztete, además de semillas y cacahuates, lo mismo que helados de leche y aguas de frutas de temporada para mitigar el calor.
En el mercado de la zona, familias completas y amas de casa realizan las compras cotidianas y cargando las bolsas del mandado se disponen a regresar a casa.
Mientras algunas parejas de enamorados caminan abrazados cuando cruzan la plaza principal de Tepic, una dama vestida de negro con un bafle al lado, entona canciones pegadoras que le agraden a las mujeres.
A escasos metros de la artista urbana, un hombre de aproximadamente 65 años de edad, delgado y de tez morena, de aproximadamente un metro y medio de estatura, que viste camisa a cuadros y que se cubre del sol con un sombrero de la región, ensambla su voz con una pista musical del grupo musical Los Muecas.
A escasos 40 metros y debajo de los arcos del legendario Pasaje Vázquez, una joven y tímida mujer canta una melodía de la colombiana Shakira, en ella hace referencia a que gracias a un hombre ella aprendió a amar a los gatos.
Ajeno a la algarabía popular, un hombre de pelo cano que luce una impecable camisa en color blanco, que va fajado más arriba de la cintura, se dirige lentamente hacia una joven mujer que luce vestido de lentejuela y en su rostro luce bastante maquillaje; en cuestión de minutos pactan un acuerdo y ambos se internan en un hotel que se localiza por la calle Veracruz.
Al paso de los minutos, la voz gemela de Los Muecas se empieza a desafinar y las monedas no han llegado.
Un hombre de más de 60 años de edad que carga una mochila sobre sus espaldas busca entre los botes de basura algo para comer, no hay nada, sólo papeles.
A lo lejos, una mujer de tez morena, de más de 50 años de edad, con triste mirada aprecia la escena del hombre de la mochila, descansando su rostro sobre el bastón metálico que utiliza para apoyarse al caminar.
Dos policías del municipio recorren el perímetro de la plaza principal de Tepic, siempre acompañados por dos canes que solos llegaron a este punto de la ciudad y ahora son compañeros de los guardianes del orden.
