El Puebla le hizo ver su suerte al América. Con un planteamiento ultradefensivo, perfectamente válido, el conjunto camotero dio la gran campanada del torneo.
Una verdadera cátedra del entrenador José Manuel de la Torre de cómo pararse bien y defender la mínima ventaja. Futbol destructivo, más que constructivo. Poco vistoso, ciertamente, pero efectivo.
Ante la operación de Igor Lichnovsky, el equipo bicampeón arrancó con Araujo y Cáceres en la defensa central. El charrúa ya no salió al campo para la segunda mitad, elevando el número de lesionados del equipo comandado por el brasileño André Jardine.
A propósito de Lichnovsky, sus compañeros mostraron una pancarta en la que le manifestaban su solidaridad tras ser operado de la radilla pero contradictoriamente el chileno los dejó botados. En un acto de mal gusto y falta de compañerismo, en cuanto pudo se largó a la Arena Ciudad de México a ver la pelea de exhibición de Floyd Mayweather, en lugar de quedarse en el estadio a verlos jugar contra el equipo de la franja.
El América tendrá que mejorar considerablemente si desea ganarle al Cruz Azul, en una reedición de la final del torneo anterior, el próximo sábado en el mismo escenario de la Ciudad de los Deportes.
Mientras tanto, el equipo de Santos Laguna llegó a 15 partidos sin ganar. Por su parte, el Guadalajara sacó un merecido empate de la cancha de los Tigres. Gignac falló un penalty, pero luego se resarció marcando un tanto de excelente factura. No desmereció el gol de Alvarado, un alarde de técnica individual. Las Chivas mejoraron en volumen de juego, cohesión, posesión y ritmo.
En este marco de la jornada cinco, el equipo de los Pumas sigue defendiéndose muy mal. En un partido atiborrado de errores, cayó ante el Atlas. Noche amarga del voluntarioso Chino Huerta, que anduvo errático e inclusive falló un penalty ante la figura del arquero colombiano Camilo Vargas.
