“A mí me acometió súbitamente una rabia inconmensurable contra aquel magnífico imbécil, que me pareció concentrar en sí todo el ingenio de Francia”
C. Baudelaire
Lo que falta por hacer es de enormes dimensiones. La realidad exige cambios radicales, exige no dejar ladrillo sobre ladrillo, por eso es que hay quienes consideran que la transformación ni siquiera ha dado inicio. No obstante, las reacciones contrarias tampoco se han hecho esperar. Esto último es la razón por la que escuchamos críticas sin sustento. Lo que se dice se demuestra sencillamente hablando. No obstante, los discursos del conservadurismo ramplón nada tengan que ver con la realidad ni con la lógica.
Hay un texto con el que nos obsequia Marx, inspirado en una tesis del señor John Weston*. Ahí, nos dice que el “amigo” Weston sostenía que el volumen de la producción nacional es indicador fijo y que la suma de los salarios reales también resulta ser una suma fija. Tras analizar las aseveraciones de Weston, se cuestiona el quid del asunto: “¿Cómo prueba, pues, nuestro amigo Weston esa fijeza?”. Y Marx responde de manera irónica y burlona al fundamento de la tesis de Weston: “Sencillamente, afirmándola”. Eso es lo que ocurre con quienes externan opiniones que más bien parecen consecuencia de una intensa diarrea mental o del onanismo intelectual extremo.
El país toma se acerca a una tiranía dicen unos; otros hablan de la cercana instalación de una monarquía. Otros ya extienden el acta de defunción de la democracia si se extinguen los “organismos autónomos”. La democracia morirá si se reforma el poder judicial, sostienen otros ya en la ruta del enloquecimiento irremediable. Otros, destrampados, hablan todavía de sobre representación luego de que Morena y aliados lograron asegurar mayoría calificada en la Cámara de Diputados y habiendo quedado a unos cuantos votos para asegurar la mayoría calificada en el Senado de la República. Una mayoría calificada que se obtuvo con las mismas reglas del juego creadas por el PAN-PRI.
¿Cómo demuestran sus dichos, expresados en el delirio tras el síndrome de abstinencia al que se les ha forzado? Todo lo que dicen lo demuestran sencillamente diciéndolo. Son tan rigurosos intelectualmente como el señor Weston. Lo peor de todo es que ni siquiera cargan con un poco de autoridad moral, ni son figuras emblemáticas en la historia nacional: sencillamente son producto nada más, de un establishment podrido hasta la médula, con fuerte tupo a endogamia e imbecilismo producto del sudor de su frente, no heredado.
Las “vacas sagradas” realmente no lo eran. Lo que parecían, era consecuencia del mágico maquillaje que resulta ser el poder, un poder plasmado en los cargos públicos. Esos farsantes, tampoco eran rigurosos académicos. El rigor intelectual nunca lo tuvieron, pero en cambio ahora si los domina el furor visceral.
Hablan de independencia del Poder Judicial, como si no fuera parte del Supremo Poder de la Federación (artículo 49 de la Constitución Federal). El Poder Judicial siempre ha estado subordinado al Ejecutivo Federal y más desde agosto de 1928. En las décadas recientes ese Poder Judicial se convirtió en un pastel que era repartido por los directores de las siglas en juego y en sus momentos respectivos. Ese pastel también se convirtió en pasto seco para corrupción, el nepotismo y la más puerca endogamia.
El Legislativo se convirtió en un mercado de cargos públicos que eran objeto de negociaciones y “concertacesiones”. El Legislativo fue el punto de partida para sacar de la pobreza a una parte de la población mexicana, pero a una muy pequeña parte de esa población. Sacó de mendigos, sobre todo a los que se hacían pasar como “izquierdistas” y a los fariseos que se hacían pasar como guardianes de la Ley. Los representantes populares no eran representantes de nadie, a excepción de intereses personales o de grupos o de diversos intereses creados.
El conservadurismo enfermizo no ha logrado tener apoyo popular en las urnas. Ese apoyo, las derechas recalcitrantes lo buscan en el extranjero.
El conservadurismo busca apoyo de donde sea y de quien sea prometiendo hasta cualquier parte de sus cuerpos. Los procesos de descomposición de PRI y PAN los lleva a tener números negativos en cuanto a la autoridad moral. Desde la sima de la peor porquería, el binomio de derecha PRI-PAN, hablan de justicia, hablan de independencia, hablan de autonomía. Tienen el derecho de hablar y de tratar de engañar a todo mundo, pero nadie está obligado a escuchar sus sandeces y menos a creer mentiras descaradas de los cínicos.
La realidad amerita cambios profundos. Esa realidad nos muestra a una alianza legislativa (Morena, PT y PVEM) comprometida con una transformación profunda. Los cambios que se necesitan son más radicales. Entre otros de los cambios deseables se encuentra la defenestración de los sinvergüenzas. A la vez resulta exigible la consecuente confiscación, la incautación de aquellos bienes de los que se apoderaron a la sombra de sus relaciones delictuosas.
Así, ignaros “académicos”, profesionales de la demagogia de izquierda y de derecha, “opinadores” destrampados, “periodistas” exhibicionistas, “intelectuales” a sueldo y demás fauna diversa, exhiben furor, odio desmesurado. Y pensar que los cambios apenas son incipientes. Las bases de la transformación apenas se han colocado.
Resulta en extremo lamentable que la crítica brille por su ausencia. Peor es que en lugar de un disenso racional, lo que se imponga sea la mediocridad de los que se acabaron hasta proyectos históricos como el PRD. Muy lamentable que no exista una disidencia de derecha cultivada y con autoridad moral, con sincero compromiso político. Por eso, la crítica a la “crítica” resulta fácil de procesar.
* “Salario, Precio y Ganancia”, Karl Marx, OEM.