Por Manuel Salinas Solís
Conocí al maestro Héctor Fix Zamudio a mediados de los sesentas. Por aquella época el joven catedrático ya gozaba de prestigio y apuntaba como luego lo sería, un notabilísimo y respetado jurista con reconocimientos dentro y fuera del país.
Eran buenos los tiempos que corrían en la UNAM y en nuestra Facultad de Derecho.
Aquella bajo la rectoría de don Ignacio Chávez, ésta dirigida por el eminente internacionalista César Sepúlveda. El maestro Fix impartía las cátedras de Derecho Constitucional e Internacional y dentro de nuestra propia Facultad, tenía a su cargo el Instituto de Derecho Comparado.
No tuve la suerte de cursar con él sus materias pues era difícil optar cuando también las impartían personajes notables como don Mario de la Cueva y Alejandro Sobarzo este último adjunto de don Jesús Reyes Heroles.
De talante amable, quien con el paso del tiempo sería presidente de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, estaba siempre dispuesto a recibir en su pequeño cubículo a cuanto estudiante fuera o no su alumno, para darle la orientación que pedía o la explicación que necesitaba. Era un maestro de verdad.
Traslucía su vasto saber y su gusto por enseñar.
A él fue a quien le escuché por primera vez hablar del Ombudsman sueco y la conveniencia de incorporarlo en México. Elogiaba su agilidad y falta de burocratismo atendiendo quejas cada que la autoridad se pasaba de la raya y atropellaba los derechos humanos de los gobernados.
Aquí abro un paréntesis para recordar al tempranamente desaparecido abogado Oscar Herrera López como el más importante precursor en Nayarit del Ombudsman y quien con sobradas prendas, fue de los primeros presidentes de nuestra Comisión Estatal para la Defensa de los Derechos Humanos.
Don Héctor Fix Zamudio mantuvo contra viento y marea su sueño de que en México los gobernados tuviéramos la posibilidad de contar con ese recurso no jurisdiccional que nos protegiera de eventuales abusos de autoridad.
Quienes se opusieron a que en México existiera el Ombudsman que traducido al español significa “defensor del pueblo” alegaban que en nuestro país no se necesitaba pues ya teníamos el juicio de amparo. A la postre se probó que esa figura trasladada a nuestro país traería buenos resultados pues en efecto es ágil y las recomendaciones que emite son en su mayor parte atendidas por la autoridad.
Sin embargo 30 años tuvieron que pasar para que el maestro Fix Zamudio viera cristalizada su idea.
Con la ayuda de su amigo y alumno don Jorge Carpizo Mc Gregor, consiguió que se le diera origen inicialmente como una dirección general dentro de la Secretaría de Gobernación, más tarde como organismo descentralizado, y finalmente desde 1999 hasta la fecha como órgano constitucional autónomo.
Esta vital institución de la democracia mexicana defensora de los derechos humanos, ha sido dirigida siempre por eminentísimos y muy respetados juristas empezando por el mencionado doctor Carpizo, Jorge Madrazo, Mireille Roccatti, Jose Luis Soberanes etcétera.
La excepción ha sido la señora Piedra su actual presidenta, profesora en psicopedagogía, quien curiosamente apenas en enero declaraba enfática que “la Comisión de Derechos Humanos debía desaparecer porque ya no respondía a las necesidades del pueblo” Sin embargo repentinamente cambió de opinión y en un controvertido procedimiento solicitó y obtuvo que el Senado no obstante su cuestionable actuación, la dejara repetir otros cinco años al frente precisamente de la institución por cuya desaparición clamaba.
Habiendo como todos supimos mejores perfiles que la superan en merecimientos académicos, profesionales y éticos, la desatinada decisión del Senado hace musitar al interior de tan respetable institución, la canción aquella que dice; “tropecé de nuevo con la misma piedra, etcétera etcétera”
Para todos salud y fibra!!!