Volantín | Dos presidentes gobernarán Nicaragua; Ortega y su esposa (Segunda parte)

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Daniel Ortega, ex guerrillero de 79 años que gobernó Nicaragua en la década de 1980 tras el triunfo de la revolución sandinista, volvió al poder en 2007. Desde entonces, ha instaurado una dictadura y el nepotismo junto a su esposa, seis años menor.

El pasado viernes 21 de noviembre, el Congreso de Nicaragua le aprobó una reforma constitucional que otorga a él y a su esposa Rosario Murillo, como “copresidenta”, un control absoluto de los poderes del Estado. La polémica reforma amplía el mandato presidencial de cinco a seis años, y confirma el poder que ya tiene Murillo al igualarlo al de Ortega, pues eleva su rango de vicepresidenta a copresidenta.

La reconocida activista nicaragüense Haydée Castillo, asilada en Estados Unidos de América, concedió una entrevista a BBC Mundo. Aquí la segunda parte.

El presidente de la Asamblea Nacional anunció que la propuesta constitucional será aprobada rápido, quizás esta misma semana. ¿Consideras esto inevitable?

Sí, es inevitable porque en Nicaragua no existe independencia de poderes del Estado.

La Asamblea Nacional es como una caja de resonancia de lo que dice la pareja dictatorial: están completamente subordinados y son ilegítimos en el poder, porque la Asamblea General de la OEA declaró que las elecciones de 2021 eran ilegítimas.

Aquí tenemos que hacerle el cuestionamiento a los partidos que supuestamente se consideran de oposición, el Partido Liberal Constitucionalista y otros, que en las elecciones de 2016 sirvieron de comparsa. Y en la Asamblea Nacional están prácticamente como un adorno.

Así que esta Constitución seguro va a entrar en vigencia para los destinos que la pareja dictatorial considere.

Distintos expertos han señalado que este cambio debería pasar por una Asamblea Constituyente en vez de la Asamblea Nacional, porque implica una reforma total de la Constitución vigente. ¿Coincides?

Sí, porque en Nicaragua el sistema político era participativo y representativo, se regía bajo los principios de pluralismo político y la soberanía la tenía el pueblo.

Para hacer un cambio tan sustantivo y prácticamente institucionalizar una dinastía familiar, se requiere necesariamente una Asamblea Constituyente.

Has llamado a los liderazgos políticos, económicos y sociales de Nicaragua a formar “una alternativa política honrosa” que “logre poner fin a esta dictadura” de Ortega . ¿Cómo se puede hacer eso las circunstancias actuales?

No es fácil hacer oposición ante un régimen que funciona como el crimen organizado.

Imagina lo que significa hacer oposición desde el exilio, desde la cárcel o teniendo las patrullas de policía en la puerta de la casa.

El régimen cuenta con todos los recursos: los de la comunidad internacional y con todas las remesas que mandamos, que ya son casi el 30% del PIB.

Prácticamente estamos enfrentando un régimen como si desde el exilio tuviéramos que enfrentar a Pablo Escobar en Colombia, o al Chapo Guzmán en México.

A pesar de todo eso, tenemos que ponernos a la altura y dejar a un lado las diferencias ideológicas, porque esta es la lucha de un pueblo contra una dictadura que se ha tomado el país.

Esto implica conformar una sola fuerza política que proponga un proyecto de nación que nos devuelva las libertades y la democracia. Necesitamos unos liderazgos diversos, probos y colectivos, para no volver al caudillismo.

Ese es mi llamado al pueblo de Nicaragua y a los liderazgos.

¿Ves alguna señal en ese sentido?

Han sido seis años muy duros; ha habido cantidad de intentos, como la misma rebelión que hicimos en 2018, pero ya sabemos en lo que ha quedado.

Hay síntomas en algunos liderazgos de la oposición de reconocer que no tenemos otra alternativa que unirnos. Se empiezan a ver algunos signos, pero creo que aún no es suficiente.

Creo que esta reforma constitucional puede ser también el elemento para que le demos vuelta a la crisis y convertir esta barbarie en una gran oportunidad para construir esa paz que nunca hemos podido tener.

El secretario general de la OEA rechazó de inmediato esta iniciativa de Ortega y sostuvo que “la presión diplomática sobre el régimen dictatorial conyugal debe redoblarse”. ¿Qué puede hacer la comunidad internacional por Nicaragua que no haya hecho?

Pues diría que tiene una gran corresponsabilidad.

Quiero agradecer a quienes han hecho esfuerzos. Pero quiero decir que el multilateralismo ha quedado sobrepasado por esta dictadura.

La comunidad internacional se ha tardado en ser coherente. Por un lado, en los foros políticos se condena a la dictadura. Pero por otro, esos mismos países que son socios de la arquitectura financiera internacional le siguen proporcionando préstamos al régimen, que los usa para su tendido represor.

Se debe revisar el tratado de libre comercio que tiene Estados Unidos con Nicaragua, que beneficia a la dictadura.

La Unión Europea debe evaluar inmediatamente el acuerdo de asociación estratégica que tiene con Centroamérica, que incluye a Nicaragua.

La comunidad internacional debería aislar completamente al régimen.

Ahora hay un gran riesgo de que elijan al excanciller de la dictadura Denis Moncada como secretario general del SICA (Sistema de Integración Centroamericana), cuando esto pone en riesgo la seguridad de Centroamérica

La comunidad internacional puede agilizar el paso para que la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia abran los casos penales para llevar a Ortega y a Murillo a juicio.

Así como veo que se mueven por la barbarie en Gaza, que duele muchísimo, o por lo que pasa con Ucrania, tienen que ver que en Nicaragua se están cometiendo crímenes y no pueden seguir indiferentes.

Opinion.salcosga23@gmail.com

@salvadorcosio1

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