Desde tiempos remotos, el entendimiento humano ha sido objeto de debate. Filósofos como Aristóteles, Platón y Cicerón sentaron las bases del estudio de la comunicación, pero no fue hasta mediados del siglo XIX cuando esta disciplina comenzó a desarrollarse más profundamente, impulsada por avances tecnológicos como la prensa, el telégrafo, el cine y la radio. La Escuela de Frankfurt desempeñó un papel fundamental en este proceso, estableciendo las bases teóricas que, entre las décadas de los 50 y 60, permitieron que los estudios de comunicación se profesionalizaran y llegaran a las universidades.
Este breve resumen refleja parte de lo que, como estudiantes, aprendimos en los primeros semestres de la carrera de Comunicación y Medios de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), licenciatura que, a más de dos décadas de haber sido instaurada, ha formado una gran cantidad de profesionales. Estos egresados han llegado a ser pilares fundamentales en el campo de la comunicación en Nayarit.
A lo largo de los años, muchos de ellos han obtenido reconocimientos estatales, nacionales e internacionales en distintas áreas que conforman la lista curricular de la carrera.
Por ejemplo, en el área de periodismo, algunos de los nombres que han destacado son: Hugo Cervantes, Luis Rivera, Jorge Armando López Azpeitia, Ricardo Jiménez Morelos, Luis Antonio Arredondo Bertrand, Javier Rodríguez Castro, Jesús Flores, Sari Macías, Javier Carrillo, Adonaí Durán, Reyna Ochoa Martínez, Elena Escoto y quien suscribe, Diego Mendoza, entre otros. Lamento si algún nombre se me ha escapado, pero todos ellos han sido parte fundamental de esta trayectoria.
Los de Medios (retracción que haceos para no decir el nombre completo de la carrera) también han sobresalido en el área de fotografía y cine, siendo cine de los proyectos mayormente colaborativos, donde los equipos contaron con hasta diez integrantes. Por ello, pido disculpas por no mencionar a todos los participantes. No obstante, recuerdo con especial cariño algunos de los cortometrajes que marcaron pauta, como La Ribera, El Milagro, Los Retratos de Simone, y Mute, entre otros más. Algunos de los miembros de esos equipos ya han egresado, mientras que otros aún permanecen en las aulas o están a punto de salir.
Es bien sabido que los comunicólogos a menudo somos percibidos como “todólogos”, capaces de desempeñarnos en diversas áreas, como el ámbito organizacional o gubernamental. Anny Delgadillo lo tuvo claro desde el principio y nos compartió valiosas experiencias de los distintos rubros en los que se ha desarrollado. Además, una faceta poco explorada de la carrera en medios es la docencia, a la que muy pocos se atreven. Se dice que enseñar es aprender dos veces, y muchos de los docentes que conforman el cuerpo académico de la carrera son egresados de ella, contribuyendo a formar y fortalecer a nuevas generaciones de comunicólogos en el estado.
Otros de nuestros compañeros han optado por caminos distintos, eligiendo otras formas de expresión y comunicación, como la literatura o la música. Entre ellos, destaco a Gerardo Espinoza, Fernando Ponce, Ale Sandoval, Elena Ruelas, Paloma Abril y Ricardo Uribe, quienes nos han deleitaron con su talento a lo largo del evento del quinto encuentro de egresados.
Por ello, esta remembranza, que tiene lugar en el seno de la ya tradicional reunión de egresados, que se llevó a cabo este viernes 6 de diciembre, este año se llamó DejaVu, es un evento en el que muchos de nosotros compartimos nuestras experiencias sobre el paso por las aulas y pasillos de la UAN, así como sobre los retos y logros que hemos tenido en el mundo laboral. Cabe destacar que, como bien se sabe, este mundo laboral no es como nos lo pintaban en las clases.
Aunque lamento haberlo mencionado hasta este momento, no quiero dejar de señalar la importancia de estos encuentros, que siempre resultan enriquecedores y nos permiten reflexionar sobre el impacto que la UAN tuvo en nosotros y sobre cómo nosotros, a su vez, impactamos en la sociedad.


El evento, más allá del protocolo oficial, del registro y las presentaciones, brindó un breve pero sustancioso homenaje a aquellos profesores que ya no están entre nosotros, no porque hayan fallecido, sino porque ya gozan de las mieles de la jubilación. Sin duda, dejaron huella en muchas de las generaciones que pasamos por esas aulas.
La reunión fue un punto de reflexión inigualable para muchos. El cuestionarnos sobre las oportunidades laborales que existen en el estado aún nos hace dudar si tomamos la decisión correcta al estudiar esta carrera. Los que logramos incursionar laboralmente en algo relacionado también nos planteamos esta duda, principalmente porque notamos las diferencias salariales con otros colegas en otros estados, donde quizá el gremio es más valorado. Aquí es donde surge la pregunta clave: ¿vale la pena quedarse en el estado o migrar?
Si buscamos una mejor preparación, no hay muchas opciones; es casi obligatorio migrar para poder avanzar. Y, luego, el cuestionamiento cambia: ¿vale la pena regresar al estado? Si con la preparación que teníamos no fuimos valorados, ¿lo seremos ahora con una preparación superior? Sin duda, un tema que podría abordar en alguna de mis columnas: ¿Vale la pena estudiar algún posgrado en Nayarit?
Regresando al encuentro de egresados, las charlas entre excompañeros y ahora colegas laborales estaban llenas de nostalgia y complicidad. La frase “¿Y te acuerdas? ¿A ti te tocó que…?” resonaba en cada conversación, recordándonos esos momentos que compartimos en las aulas, esas experiencias que nos formaron.

Fue un encuentro verdaderamente reconfortante, porque, aunque muchos de nosotros nos cruzamos en el ámbito laboral sin saber que habíamos caminado por el mismo sendero, al reencontrarnos, nos dimos cuenta de lo mucho que hemos crecido juntos. Esas conexiones, esas memorias, nos unen más allá de los años y las distancias, y nos recuerdan que, al final, la carrera que elegimos y las huellas que dejamos marcan una parte esencial de lo que somos hoy.