No es que las bases de la obra de cemento fueran débiles, pero al final cayó una trabe y parte de la estructura se vino abajo. Dolorosa eliminación, sobre todo si tomamos en cuenta la extraordinaria campaña, el brillante futbol y la formidable comunión con el público.
Con el formato de liguilla no basta, a veces ni siquiera importa lo realizado durante la etapa regular. El penal clarísimo, inobjetable, cometido por Rotondi, echó a perder la posibilidad de que La Máquina accediera a la serie de dos encuentros por el título.
Por su parte, el América se instaló merecidamente en la Gran Final. Lo atenazaron la intermitencia y la irregularidad durante la fase regular, pero fue de menos a más, y ya se encuentra en la antesala del tricampeonato.
El mismo sistema de competencia que no necesariamente favoreció al Cruz Azul, sí permitió al América encontrar en la liguilla una oportunidad para minimizar los efectos de sus altibajos.
El partido fue dramático, auténticamente de liguilla, súper emocionante. Siete goles cayeron en las porterías. Fue un ir y venir constante, con un trámite de buena calidad. Ojalá muchos partidos del torneo fueran como el que se disputó antier en la Ciudad de los Deportes.
El equipo amarillo es favorito en la Final ante los Rayados del Monterrey. El América recalará en la cancha de Puebla, debido a que el jueves hay corrida nocturna en la Monumental Plaza México, y ha quedado prohibido el empalme de dos eventos masivos en esa zona de la capital. La vuelta será el domingo en el Gigante de Acero de la capital regiomontana.
