A pesar de que no hizo su mejor torneo, el América ganó merecidamente el título y se convirtió en tricampeón del futbol mexicano.
Se defendió a la perfección y aguantó con estoicismo y orden el temporal rayado de los últimos minutos. Cuando Monterrey se decidió atacar con más intensidad, era demasiado tarde.
El técnico brasileño André Jardine merece el reconocimiento por su enorme capacidad. Su nombre se añade al pabellón de los grandes estrategas en la historia americanista.
Un relámpago del guaraní Richard Sánchez abrió el camino a la consecución del campeonato. El conjunto amarillo aprovechó las bondades del reglamento de competencia que permite que un equipo tenga una fase regular intermitente y luego haga una liguilla impecable. El América, el cerrador perfecto.
El equipo de Copa fue superior a los Rayados en los dos partidos de la Gran Final. Así pues, llega un blasón más a las vitrinas de una causa opulenta, orgullosa y ganadora, que despierta las más encarnizadas envidias y los odios más acendrados.