A los dos años y ocho meses, un accidente cambió por completo la vida de Juan Carlos Zepeda Díaz. El tren le mutiló la pierna y el brazo izquierdo mientras intentaba recuperar un balón que había caído debajo de los vagones. Hoy, con 55 años de edad, don Juan Carlos comparte su historia de vida y superación personal, un relato de resiliencia que demuestra que, a pesar de las adversidades, siempre hay razones para seguir adelante.
El accidente ocurrió en las vías del tren cerca del paso superior, en Tepic, donde ahora se encuentra la colonia 2 de Agosto. Según Zepeda Díaz, el día del accidente él estaba jugando al futbol con otros niños cerca de las vías, cuando el balón se desvió y fue a parar bajo uno de los vagones. En su intento por recuperarlo, no calculó el movimiento del tren, y en ese instante perdió ambas extremidades.
No pudo levantarse tras la tragedia, fue después de que pasaron sobre su pequeño cuerpo ya mutilado dos locomotoras y los vagones del tren que un tío llegó, lo levantó y en brazos lo llevó a la Cruz Roja, que en ese entonces se encontraba en la Calzada de la Cruz, muy cerca de donde ahora se encuentra el Centro de Cancerología de Tepic.
En ese entonces, su familia temía que no sobreviviera debido a la magnitud de las heridas y la pérdida de sangre. Sin embargo, el joven Juan Carlos resistió y Dios le dio la oportunidad de seguir viviendo.
Recuerda que a la edad de los cuatro años, ya había aprendido a saltar sobre un solo pie, lo que le permitió reincorporarse a las actividades cotidianas de una forma que nadie esperaba.
Durante su juventud, trabajó en una empresa de grúas ubicada entre las calles Puebla y Durango en Tepic, pero actualmente tiene su propio negocio, donde vende frijoles “puercos” en envases de medio litro, de litro y en cazuelas de 3 y 5 kilos para fiestas y reuniones: “Pueden hacer sus pedidos al teléfono 311-118-55-71”, menciona con orgullo.
A pesar de que se le han ofrecido varias prótesis, Zepeda Díaz nunca ha logrado adaptarse a ellas. “La verdad no puedo usar una prótesis, no me sirve, no es mi momento y prefiero brincar, así es como me verán por las calles de Tepic, saltando”, comenta con una sonrisa que refleja su fortaleza.
Sobre su vida personal, Juan Carlos revela que ha tenido tres novias, pero nunca se casó y vive soltero. No obstante, resalta que nunca se ha dejado abatir por la depresión: “Yo me acostumbré a vivir con mi discapacidad, y agradezco a Dios por darme la oportunidad de estar vivo, no me deprimo y a pesar de todo, sigo adelante, creo que todavía hay Medio Pollo para rato”, dice con optimismo.
Para él cada amanecer es un motivo de esperanza: “Cada día es una nueva oportunidad para ser feliz, para disfrutar de la vida. Aunque el accidente cambió mi vida sigo aquí, vivo, y disfruto de cada momento, porque cada instante es un regalo de Dios”, afirma con convicción.
Finalmente Juan Carlos Zepeda Díaz deja un mensaje para todos aquellos que atraviesan momentos de depresión, especialmente durante las festividades navideñas: “Échenle ganas, échenle energía. La depresión es sólo un bajón emocional, pero si no logran levantar su autoestima, levanten una patita, brinquen sobre ella, y acuérdense de mí. Valoren que están completos, que tienen una vida por delante. Todo pasa, nada es para siempre y recuerden que siempre hay una razón para seguir adelante”.