En México solamente hay una persona, no dos, al frente del Poder Ejecutivo Federal: esa persona es la Presidenta Claudia Sheinbaum. En el estado de Nayarit solamente hay un Gobernador y él es el doctor Miguel Ángel Navarro Quintero. Eso parece sencillo de entender; no obstante, hay quienes se enredan porque así lo quieren, se hacen bolas ante una dura y pura realidad.
La vocación dialoguista y la voluntad política son parte de la biografía del Gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero. La estabilidad democrática que vive el estado es muestra viva de la gobernabilidad democrática que se vive en Nayarit. Esa gobernabilidad democrática no es como las aguas muertas en las que ni la nada prospera. La gobernabilidad democrática permite que todos se expresen y actúen conforme a su conciencia. La gobernabilidad democrática no excluye el mando firme que ha demostrado el mandatario nayarita al frente del Poder Ejecutivo. La voluntad política, la vocación democrática, no deben ser confundidas con manifestaciones de debilidad. Voluntad política y vocación democrática son sólida muestra de la fortaleza de convicciones.
En la historia de Nayarit, son pocas las figuras políticas que podemos encontrar. Esos “garbanzos de a libra”, han mostrado consistencia en cuanto a su capacidad de dialogo, en su voluntad para escuchar y en su vocación para construir acuerdos. Es el caso del gobernante nayarita que sabe usar la mano izquierda tanto como la diestra.
La gobernabilidad democrática exige equilibrios. Equilibrio entre disidencia y consenso. Equilibrio entre rebeldía y disciplina. Equilibrio entre argumentaciones y posicionamientos. Todo es equilibrio en la democracia. Solamente así puede mantenerse un clima en el que el cambio se procesa de manera civilizada, garantizando la posibilidad de que las oposiciones o las expresiones políticas eventualmente puedan ser gobierno.
Una de las reglas más relevantes de la democracia es la de la responsabilidad. La regla aplica para uno y para todos. La regla de la responsabilidad exige ejercicio del poder de manera que no se excluya a nadie, de manera respetuosa. La regla de la responsabilidad excluye la frivolidad y las motivaciones personales. El ejercicio de poder sin sentido político, sin sentido de responsabilidad, puede conducir a confrontaciones internas y externas.
En un contexto democrático y medianamente inteligente, se debe tener en cuenta que la correlación de fuerzas puede cambiar y hacerlo hasta en sentido contrario. Eso nos lleva a actuar con responsabilidad, asegurando la unidad fundamental que se traduce en ánimo incluyente, sumando fuerzas y definiendo compromisos para cumplir.
El sentido de responsabilidad exige que la esfera pública no se conciba como rancho feudal, sino como espacio en el que se actúe para bien de los demás. Esto lo ha exigido el mandatario estatal Miguel Ángel Navarro Quintero, quien tiene como divisa el bienestar de todos los nayaritas.
Ese sentido de responsabilidad tiene que ver con la concepción misma de lo que es el gobierno, de lo que son sus funciones, de lo que es su naturaleza y obviamente, de su origen. Esta es la base por la que ha logrado tener resultados inéditos en la historia reciente, el partido que encabezo la alianza que llevó a la Presidencia de México, a la doctora Claudia Sheinbaum. Esto es, que concebir el gobierno como producto de la voluntad popular que se expresa en las urnas, obliga a quien recibe un mandato, a servir a quien lo llevó al cargo y no a quienes se reúnen en camarillas ajenas a cualquier lógica partidista o de compromiso social.
Tanto la Presidenta Claudia Sheinbaum como el Gobernador Miguel Ángel Navarro, saben que el mandante es el pueblo que los eligió y saben que los que ostentan un mandato solamente pueden mandar acatando lo que dicta la voluntad popular. Lo dice el texto constitucional en el artículo 39: “Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”. El pueblo es origen y destino de los actos de gobierno, por lo que sus aspiraciones, su mandato, es última palabra.
¿Cuál es ese mandato popular? La respuesta es multidimensional. La voluntad popular tiene que ver con la economía, con la educación, con las alternativas de vida y de desarrollo pleno de las personas. Esa es la razón por la que se hace necesario hacer política. Hacer política es realizar acciones para beneficio de las personas, de la comunidad. Para lograr los objetivos que delinea la vida democrática, que exige acatar la voluntad popular, es necesario escuchar a las diversas expresiones populares. De ahí deben derivar decisiones que involucren a todos, incluso en el desarrollo de los mismos actos de gobierno.
Escuchar a todos, construir acuerdos con todos, es posible en un clima democrático. Me refiero a la unidad fundamental que ha promovido el Gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero. Esa unidad fundamental no se debe concebir como la unidad a toda costa, como una unidad forzada o acrítica. La unidad fundamental puede activar las acciones conjuntas en las esferas de coincidencia y definiciones de disenso en los ámbitos en los que las discrepancias son mayores.
El Gobernador Navarro Quintero, a lo largo de su vida ha sido respetuoso y defensor de las ideas, aunque estas sean hasta antagónicas. Ha defendido el derecho de manifestar las ideas y de actuar conforme a los principios, aunque estos sean diferentes. Se trata del compromiso con la concepción de la sociedad como espacio en el que la diversidad de pensamiento lleva a la diversidad en las acciones. Esa es la virtud del sistema democrático: ahí caben todos y hablando se entiende la gente.
Tanto en la Presidenta Sheinbaum como en el Gobernador Navarro, la capacidad de dialogo, la voluntad para construir acuerdos, son parte de la concepción democrática. En esa concepción prevalece el respeto a todos y la voluntad de escuchar, de dialogar y de construir los acuerdos que sean legítimamente necesarios.