Oídos de cantinero es un mecanismo de defensa del preparador de tragos ante las necedades de los clientes. Por salud, más le vale tener oídos sordos. Pero hay múltiples matices de la sordera selectiva, esa condición no médica por la cual se deja de escuchar lo que no interesa o conviene. Entre éstas, existe una sordera que proviene de la soberbia, nacida de la certeza, esa ponzoña del poder, sea político, intelectual o científico. Tiene un mal pronóstico, por desgracia. Es un mal crónico que deteriora las funciones de percepción al eliminar la voz del otro y la imagen de la realidad. Sólo existe su construcción de lo real y su voz. Con ellos no son útiles ni las parábolas de Jesús, “porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden”.