El dispositivo llamado implante coclear opera milagros en personas con sordera congénita. La comunión del auxiliar electrónico y la plasticidad cerebral las incorpora al maravilloso mundo de los sonidos. Podrán, entonces, aprender a hablar escuchando. Como lo hicimos todos, oímos e imitamos los sonidos para comunicarnos. Cuando la enfermedad o la vejez disminuye o cancela la capacidad de escuchar, por fortuna conserva el habla. La soberbia o ciertos trastornos de la personalidad hacen sordos selectivos y verborreicos a quienes inoculan. Por desgracia no hay implante que les regrese la capacidad de escuchar y al mismo tiempo module su habla. Quizá el remedio esté en nosotros. Dejemos de escuchar a quien no nos escucha. Porque su poder no está en su sordera, sino en sus palabras que tienen quién las escuche. Sufrirán más. Probemos.