Seamos honestos. La imagen que el espejo nos regresa podría ser la de Trump. De izquierdas o derechas, somos igual de primarios y silvestres. Tenemos juicios sobre los demás, semejantes a los del presidente que hoy asume su segundo mandato. Admitamos nuestra actitud de desprecio o indiferencia a los migrantes que invaden las calles de la ciudad y piden apoyo en los cruceros. O nuestra opinión de aquellos de otras zonas del país que “nos roban” los empleos. Las fobias con discriminaciones implícitas, iguales o peores. La única diferencia es que él es otra vez presidente de Estados Unidos y con sus decisiones afectará a millones de personas y a países enteros. Si fuéramos él haríamos lo mismo. Si cambiamos poco a poco, habrá un día que tales orates no lleguen al poder.