Los ecuatorianos votaron este domingo para elegir a su próximo presidente, en unos comicios en los que el actual mandatario, Daniel Noboa, buscaba mantenerse en el cargo con promesas de combate al crimen y evitar un balotaje que lo volvería a enfrentar a la izquierdista Luisa González.
Unos 14 millones de ecuatorianos votaban para elegir al próximo presidente, en un país desangrado por la violencia del narcotráfico, endeudado y dividido entre el regreso de la izquierda o la continuidad del actual mandatario Daniel Noboa.
Noboa, elegido por primera vez en 2023 para terminar el mandato de su predecesor, ha dicho que el despliegue militar en las calles y dentro de las cárceles, así como otras medidas de seguridad, han reducido las muertes violentas en un 15%, han llevado a una caída drástica de la violencia en las prisiones y han facilitado la captura de importantes líderes criminales.
Sus 15 oponentes que también buscan la presidencia, incluida la izquierdista Luisa González, han dicho que se necesita hacer más para combatir la violencia vinculada con el narcotráfico que ha sacudido a Ecuador en los últimos años, pero algunas de las soluciones que ofrecen requieren una aprobación legislativa difícil de conseguir o cambios constitucionales.
Aunque rige la veda para la publicación de encuestas, varias firmas dan como favoritos a dos candidatos opuestos: Luisa González, delfina del expresidente socialista Rafael Correa (2007-2017), y Noboa, el actual gobernante.
Los candidatos votaron temprano en sus bastiones costeros: El presidente, acompañado de su familia en el balneario de Olón y la abogada, en Canuto.
Noboa dice que ya está poniendo en práctica otras ideas políticas, como el aumento de la seguridad en las fronteras y los puertos.
“Ecuador ya cambió y quiere seguir cambiando, quiere consolidar el triunfo. Ya no somos una promesa, nosotros somos una realidad de que este país ya decidió”, dijo Noboa en el cierre de su campaña el jueves en Quito. “Este domingo recuperen su capacidad de soñar”.
Noboa, de 37 años y heredero de una fortuna empresarial, ha dicho que tiene la intención de ganar en la primera vuelta y dos encuestas indicaban a fines de enero que tiene chance de lograrlo, ya sea consiguiendo más del 50% de los votos válidos o sumando al menos el 40% y con 10 puntos de ventaja sobre su rival más cercano.
Otras encuestas muestran que podría enfrentarse en una segunda vuelta prevista en abril contra González, a quien le ganó en el balotaje del 2023. Esta vez, González aspira a ser la primera presidenta electa en la historia del país.
González es una madre soltera, tatuada y cristiana con una agenda que promete más seguridad “con justicia social” y respeto a los derechos humanos.
“Ellos son el miedo, nosotros la esperanza”, dijo la abogada mientras votaba.
Un balotaje el 13 de abril está previsto si ninguno logra obtener el 40% de sufragios y una diferencia de al menos diez puntos sobre el rival más cercano.
¿Qué se vota en Ecuador?
Además de la presidencia, los ecuatorianos votan por su vicepresidente, 151 asambleístas y cinco parlamentarios andinos.
Votar entre la inseguridad
Los ecuatorianos esperan que el próximo gobierno pueda reflotar un país en crisis económica y anegado por la guerra entre una miríada de carteles enfrentados por el botín de la cocaína.
Bajo la sombra de un magnicidio en 2023, las campañas transcurrieron en medio de fuertes esquemas de seguridad y propuestas enfocadas en frenar la violencia, que deja una tasa de 38 homicidios por cada 100,000 habitantes.
El servicio de emergencias alertó sobre “graves denuncias de un posible atentado contra la democracia”, sin ahondar en detalles. Las fronteras están cerradas hasta el lunes, mientras unos 100,000 miembros de la fuerza pública vigilan los comicios.
“He tenido amenazas (…) Hay informes de inteligencia que dicen que hay riesgos, que quieren atentar contra mi vida”, dijo la candidata González a la AFP.
La peor crisis en décadas
Expertos cuestionan los escasos proyectos de los candidatos para enfrentar la peor crisis en medio siglo, con campañas plagadas de desinformación en redes sociales y el uso cada vez más sofisticado de la inteligencia artificial.
“Es un reality, una memecracia (…) y eso lo único que logra es que la gente se desconecte de la política (…) es una sociedad que ha bajado los brazos”, apunta el analista político Leonardo Laso.
Noboa termina un breve pero vertiginoso mandato: cortes de electricidad por una histórica sequía, disputas diplomáticas con México y denuncias de abusos de la fuerza pública en su ofensiva contra el crimen.
Cuatro niños fueron asesinados y calcinados en Guayaquil (suroeste), en un caso que enloda a 16 militares.
Los ecuatorianos resienten los estragos de un Estado endeudado con una pobreza del 28% y concentrado en financiar la costosa guerra contra el narco. La deuda pública bordea el 57% del PIB, según el FMI.
Para el analista Laso, estos espectaculares operativos proyectan una imagen del país que espanta “toda posibilidad de inversión” y genera “un clima adverso a la generación de empleo”.
El futuro de Ecuador es “desolador, sinceramente. Hay que votar con conciencia”, clama la estudiante Valentina Moncayo, de 18 años.
La guerra contra el crimen y los 4 de Guayaquil
Su ubicación estratégica en las rutas del narcotráfico, la corrupción institucional y la proliferación de pandillas que coordinan extorsiones y asesinatos con impunidad desde las cárceles, entre otros factores, sumieron a Ecuador desde el inicio de esta década en una espiral de violencia cada vez más grave.
Cuando Daniel Noboa asumió el cargo, el país atravesaba el peor momento de la mayor crisis de seguridad de su historia.
Cada día de 2023 morían asesinadas casi 22 personas en promedio -récord histórico- mientras las violaciones, secuestros, extorsiones y robos se multiplicaban.
En enero de 2024, cuando Noboa llevaba menos de dos meses en el cargo, delincuentes armados irrumpieron en el estudio de una cadena de televisión estatal durante una transmisión en directo.
Además de mostrar al mundo la gravedad de la crisis de seguridad ecuatoriana, este suceso extendió en el país la percepción generalizada de que era necesario aplicar “mano dura” para resolverla.
Noboa aplicó el estado de excepción, permitiendo la movilización de las Fuerzas Armadas en las calles y dentro de las cárceles.
“A diferencia de Guillermo Lasso, logró controlar las cárceles y eso fue un impacto muy positivo”, indica a BBC Mundo Caroline Ávila, experta en Comunicación Política.
Su estrategia tuvo un efecto inmediato en la percepción de la ciudadanía: en los primeros meses de su mandato, Noboa llegó a superar el 80% de aprobación en las encuestas y ayer llevaba ventaja que lo podría garantizar la permanencia como presidente.