Peor que los gorilas que combatió, la izquierda latinoamericana olvidó en enero al centenario Ernesto Cardenal. Lejos quedaron los días en que sus muchachos recitaban ebrios de revolución el Salmo 1 del nicaragüense: “Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido/ni asiste a sus mítines ni se sienta en la mesa con los gangsters/ni con los Generales en el Consejo de Guerra/Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano/ni delata a su compañero de colegio/Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales/ni escucha sus radios/ni cree en sus eslogans/Será como un árbol plantado junto a una fuente.” Ebria de poder, ahora esa izquierda controla partidos, organiza mítines, juega golf con generales, espía y delata a sus hermanos, gobierna a golpes de comerciales y eslogans que sólo ella se cree.